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bradas en las afueras de la ciudad cayó

en poder de los españoles el 27 de abril,

siendo ahorcado el 4 de agosto.

Hacia el 30 de junio llegó, de Buenos

Aires, en auxilio de La Paz, el Comandante

Ignacio Flores, con 3.000 hombres. Sabe–

dor de este hecho, Catari, dejando el cerco

a cargo de Bartolina Sisa,

alm~

del alza–

miento, se dirigió con 5.000 indios al en–

cuentro de aquél, trabándos.e una acción

en que fué derrotado y vencido, perdiendo

su caballo y teniendo que regresar a pie

hasta los altos de Sapahaqui.

Como consecuencia de esta ·primera de–

rrota seria, se notó cierto abandono de los

indios que, por grupos, ingresaban a la

ciudad en demanda de perdón y llegaron

al extremo de entregar a su Virreina, Bar–

tolina Sisa, a los españoles, qu·e la ence–

rraron en severa prisión. Bartolina se en–

tregó, altiva y desdeñosa, y guardó cáreel

por más de un año; pues sólo el S de sep–

tiembre de 1782, Tadeo Diez de Medina

dictó contra ella sentencia de muerte, que

se ejecutó de inmediato.

Casi juntamente con la Virreina, cayó

en poder de los españoles, su secretario

particular, Francisco Hinojosa, que fué

ahorcado a los pocos días de su detención.

El 19 de julio, fué recibido apoteósica–

mente el Comandante Ignacio Flores y ob–

sequiado con un Te-Deum, permaneciendo

en la ciudad hasta el 4 d·e agosto, fecha en

que emprendió su retirada a Oruro, dejando

a La Paz en situación azarosa, pues Catari,

vestido de inca, volvió con sus indios a

posesionarse de los cerros, sucediéndose

nuevos combates furiosos y desesperados.

Al teatro de operaciones llegó, entretan–

to, Andrés Tupac Amaru, mozo de 22 años,

hijo del principal alzado J osé Gabriel Tu–

pac Amaru, con numeroso ejército que engro–

só el de Catari, y, juntos, acometieron con–

tra la ciudad con ánimo de arrasarla, como

habían hecho ya con todos los barrios que

quedaban fuera de las trincheras, de los cua–

les no quedaban sino escombros,

in~luso,

los

templos de San Pedro, San Sebastián, las

Recogidas y el

conve~to

de San Francisco.

La inurulación.

En vista del éxito ob–

tenido en Sorata, destruída por una inun–

dación, los indios resolvieron proceder en

la misma forma con La Paz. A una distan–

Cia de tres leguas, más o menos, y en una

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Detalle que muestra al Brigadier .Sebastián de Segurola

y

sus lugartenientes, visitando las murallas

y

defensas

de la ciudad sitiada.

hondonada entre dos peñas, construyeron

una gran represa que, felizmente, reventó

antes de tiempo, cargando con sus trabaja–

dores, a las 11 de la noche del 13 de oc–

tubre. Sin embargo, la inundación causó

Detalle del cuadro anterior que muestra a los sitiadores

posesionados de las alturas circundantes a la ciudad.

muchos perjuicios, destruyendo todas las

casas ribereñas y el puente de San Francis–

co. Numerosas personas, sorprendidas por

la impetuosa corri<:nte, fueron arrastradas

sm salvación posible.