La Plaza Mayor de La Paz, según una pintura antigua de 1790.
A esta altura de los sucesos, la situación
de La Paz no podía ser más lamentable.
Oigamos a Segurola: "Los enemigos se han
auxiliado de numerosas invenciones, má–
quinas
y
arbitrios, arrojándonos flechas con
pelotones de lana ardiendo, cohetes que
conducen candelillas de pajuelas, envolto–
rios de lienzo con fuego
y
pólvora en su
centro tirados con hondas
y
granadas de
mano
disparad~s
con los cañones, en inte-
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ligencia de que podrían causar efectos en
algunas casas, pegadas a nuestras trinche–
ras, techadas con paja, de manera que fia–
dos en la destrucción total de 1a ciudad,.
tenían otra construída en el alto;
y
por la
misericordia de Dios nos hemos defendido
a pesar del hambre, la peste
y
los enemigos.
como también de los interiores que no han
causado menos cuidado que los exteriores,
logrando su libertad
y
preservando la parte: