terminado a las ·poblaciones. No así el siglo
XVII desde cuyos primeros años La Paz se
colocó en situación relevante, tanto por sus
riquezas naturales y el ritmo acelerado de
su progreso como por el temple de sus hiJos
y sus actitudes libertarias.
El pueblo paceño, dice don Luis S. Cres–
po, amó y alimentó la libertad como un
don celeste y para obtenerla se regocijó de
trabajar sobre este terreno regado de san–
gre, sudor y lágrimas. (Monografía de La
Paz).
José Gabriel Tupac Amaru, cacique de
Tungasuca, provincia de
Tinta,
del Virrei–
nato de Lima, apresó y mandó ajusticiar
públicamente al corregidor, don Antonio
Arriaga, el 10 de noviembre de 1780. A ese
brote insurrecciona! siguió una sublevación
que, rápidamente, cundió en las provincias
de Sicasica, Paca}es y Yungas, cuyas auto–
ridades y españoles residentes huyeron des–
pavoridos a refugiarse a la ciudad de
La Paz.
Las causas de esa insurrección son cono–
cidas: la
encomienda,
o sea, el despojo de
las tierras a título gracioso y la prestación
incondiciofial de servicios personales de los
indígenas en favor de los españoles; la
mita,
trabajo forzado en los socavones de
las minas, ·en que perdieron su vida milla–
res de indígenas, después de haber sido
arrancados de sus aillus y conducidos como
simples hatos de ganado para reducirlos
a miserable esdavitud.
/ulián Apaza y Bartolina Sisa.
Y apa–
rece en escena J ulián Apaza, nacido en
Ayoayo, cantón de la provincia de Sicasica.
Hijo del sacristán del pueblo, sacristán tam–
bién, más tarde, y campanero y panadero.
Huérfano, muy niño, fué sirviente y pro–
tegido del párroco de Ayoayo. Con motivo
de un reclutamiento de
mitayos
para llenar
la "conscripción minera", sentó plaza de
paria ·en las filas de los desgraciados es–
clavos y sufrió en carne propia la espantosa
dureza del trato dispensado a sus compa–
ñeros, y volvió a su pueblo, como un ven–
~ador,
dispuesto a sacudir tanta ignominia.
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Comenzó por un aprovisiOnamiento metó–
dico de víveres, acudiendo con frecuencia
a Sicasica, donde conoció a
Bartolina Sisa,
nacida ·en La Paz el 24 de agosto de 1750,
hija de un comerciante en licores y diver–
sas mercancías establecido en Sicasica de
'
la cual se enamoró Apaza, haciéndola su
compañera. lgnórase si fué su esposa o
simplemente su concubina. De cualquier
manera, Bartolina fué la compañera intré–
pida y audaz de Apaza, des·empeñando pa–
pel importantísimo en el asedio de La Paz.
Ejerció gran ascendiente sobre Julián Apa–
za; ninguna operación podía realizarse sin
previa consulta a esta chola singular por
su bravura y su espíritu de aventura. Ya
en pleno proceso insurrecciona!, Bartolina
nombró su Secretario Particular a Francis–
co Hinojosa, cholo de parecidas condiciones
a las de Chuquimamani, que conoceremos
en breve. La actividad y la energía de Bar–
tolina Sisa, cuando quedó a cargo del cer–
co dieron una buena prueba de su carácter y
de sus capacidades de mujer organizadora.
El jefe de la insurrección, Tupac Amaru,
había dirigido varias cartas a Tomás Catari,
el caudillo de Chayanta, las que fueron in–
terceptadas por J ulián Apaza, que explotó
la ignorancia y credulidad de sus coten·á–
neos, haciéndoles consentir que ellas esta–
ban dirigidas a él. A inspiración de su
mentor y consejero, Bonifacio Chuquimama–
ni, plumífero díscolo, enemigo de los es–
pañoles, en un cabildo original fué acla–
mado Inca Virrey, Jefe de la sublevación
y encontrando vulgar el nombre de J ulián
Apaza, se llamó
Tupac Catari,
combina–
ción de los nombres de ambos mencionados
caudillos: Tupac Amaru y Tomás Catari.
Chuquimamani, siguiendo el ejemplo de
su jefe, cambió también el suyo, resolvien–
do llamarse Manuel Clavijo.
De éste y de otros datos, se desprende que
algunas actividades de Apaza se inspiraban
en ciertos sentimientos de vanidad y de or–
gullo, quizá algo pueriles, aunque también
es verdad que, habiendo asumido tan alto
sitial y tamañas responsabilidades, necesi-