fensa, brigadier Sebastián de
Segurola~
salió con fuerzas respetables a batir a los
rebeldes de Laja, dejando el mando en ma–
nos de su segundo, Antonio Pinedo. Los
indios que s·e encontraban en La Ventaniila,
aprovecharon de esta circunstancia para
apoderarse de los altos de la ciudad en nú–
mero de más de doce mil y empezaron a
· grientas y horrorosas, sin que esto restara
ánimos a la población. Definida y orgánica,.
en pleno crecimiento, con sello ya histórico
e impulsos vitales definitivos, la ciudad si–
tuada sobre los barrancos del . Chuquiapu
def.endía su existencia con denuedo admi–
rable.
La primera intimación que le fuera di-
Cuadro del cerco de La Paz. Copia fotográfica de un antiguo cuadro al óleo que se
conserva en la Alcaidía Municipal.
atacarla en la noche del 14 de marzo. La
oportuna aparición de Segurola, con sus
tropas, los puso en desordenada fuga, des–
pués de un encarnizado combate en que los
atacantes perdieron más de 500 hombres;
pero al día siguiente, las falanges de in–
dios, bajo la inmediata dirección de Tupac
Catari y su mujer, cercaron completamente
la ciudad.
Los valerosos habitantes de La Paz re–
sistieron este memorable sitio de más de
seis meses con decisión y energía ejempla–
res, heroica y desesperadamente. Los indios,
en sus incursiones, alcanzaron a apoderar–
se de los suburbios de la ciudad, que fue–
ron vasto escenario de hecatombes san-
rigida por el jefe insurrecto, el 3 de abril,
decía "que estando a la cabeza de 20.000
indios, había resuelto sacudir de todo lo
que le oprimía y la tiranía de las autorida–
des y que si se rendían tendrán todas las
garantías necesarias los sacerdotes y monas–
terios". Concluía con esta frase: "siendo
mi único ánimo cortar el mal gobierno de
tanto ladrón que nos roba la miel de nues–
tros panales".
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Un cofrade de Chuquimamani y de Hi–
nojosa, que respondía al nombre de Pedro
Obaya, diciéndose sobrino de Tupac Ama–
ru, y que hasta ese momento dirigiera los
combates, despertando cierta emulación en
el primero, durante una de las acciones li-