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JUUAN SANTISTEBAN OCHOA
V, en
1913,
aunque desechándola al final. Pero a quien cabe la suerte de
deslindar estas dos personalidades, con documentos hallados en el Archivo
Nacional y Biblioteca del Pe:rú, es al no menos t1otable bibliÓgrafo peruano
don Carlos A. Romero, al editar
~1.
tomo
1,
de la col9oción documental Ur–
teaga-Romaro, en
1916,
sacando a luz las obras de los dos Molina. Desde
entonces se le disUnque al primero con el nombre de Mol¡na el cusqueñp,
y al segundo con
~1
de Melina el almagrista.
•
Hasta ahora nada se sabe acerca de&l origen del Presbítero don Cristóbal
de Molina el cusqueño. Para su biógrafo don Carlos A. Romero, este cronista
es mestizo, cusqueño, como Garcilaso o como Valera, posiblemente hiJo del
español don Francisco de Molina en alguna india noble de la Ciudad Impe–
rial, donde aprendió a manejar admirablemente el "idioma· general'' del In–
cario o Runasimi, siendo un gran predicadpr de
1
las indiadas. Recibióse da
Pi~sbítero , por
los años
15-15,
al
50,
y
fuá
nombrado luego capeol!án del Hos–
pital de Naturales de esta ciudad y más tarde Cura de la
parrpqui~
de N.
Señora· -de los Remedios, en donde se hallaba el hospital nombrado, cono–
ciéndose actualmente esta parroquia en el Cusco con el nombre de Parro–
quia· de
~an
PE?Cfro; siendo uno de los. tantos maravillosos templos de piedra
que tiene esta urbe arqueológica.
·
No solémente eJercía la parroquia del Hospilal de Naturelas del Cuscó,
sino que tenía ¡3l cargo de predicar a todos lo.s indios y yailaconas de las
diferentes parroquias de la ciudad en' la Iglesia Mayor o Cátedtal, en su pro–
pio idioma, porque se de:la que era "muy buena' lengua" (el kechua) y ade–
más iba inquirie;do los "ritos y céremonias antiguas que los d!chos indios
'tenÍan°, por 'todo lo cual se le pagaba
~1 a.~o
ciento
cin~enta
pesos ensa–
yados de la Cámara de S. · M. los qUe le fueron despojados, pero vueltos a
· reponer por r.escripción o ·provi,sión del Virrey T<>ledo, dado en Arequipa a
4 de Noviembre de
Í575,
ante ef escribano don Juan de Saavedra (v.
apén–
dice A del tomo
t,
Colecci{m Urteaga-Romero).·
Más antes, obedeciendo la Real Cédula dada en Madrid el 28 de Diciem–
bre de
1568,
el Virrey Toledo emprendía una visita general a todo su exten–
so virreynato,
a
la vez que encomendaba parcialmente a personas doctas y
probas determinadas visitas. Obedeciendo esta práctica don Frapcisco de
Toledo non¡lhró Visitadores de las Parroquias de, la Ciudad del Cusco al P.
Cristóbal de MC)lina y al Capitán Martín García Oñaz y Loyola -e'l de la cap–
tura del Inca Túpaj Amaru en. Vilcabatnba. En
1575,
TQled'?
o~en~ba
una
segunda visita a los indio·s de la ciudad y valles del Cusco, volviendo a en–
Q:>men<;lar tan delicada misión en el sacerdote Cristóbal de Malina junto con
el Alguacil Mayor de la Ciudad, don Sa,ncho
1
Verdugo; que también llegó a
cumplirse, aunque con algunos incidentes no propios de relatar en este
lug~.
1
La Real Cédula de Badaioz de 2 de Septiembre de
1580,
ordenaba al Vi–
rrey del Perú informarse acerca de los usos' y coStumbres de los indios en
su gentilidad. En cumplimiento de ello se llevó en el Cusco una Informa–
ción, en cru'e declararon sus importantes conocimient0s
~os
principales ve.:.1·