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LOS CRONISTAS DEL PERU,

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ra: SegÚn Means fué natural de Santiago de Huananhuaygna o Huringuai–

gua.canchi de Orcosuyo, posiblemente de una de las regiones de Canas o

Canchis, en el Kollasuyo,

hijo

de don Diego Felipe de Condorcanqui y de

doña María Guayrotari. · Pero este dato podría contradecirse porque el idio–

ma que hablaba y dominaba Juan de Santa Cruz Pachacuti, apellido

·que

po–

siblemente fué dado a éste en el bautismo, a semejanza de lo que se hada

con moros y judíos en España, es el aymara y este idima no se hablaba ya

en esa época en esta región sino el kechua.

En

resumen, lo único que po–

demos afirm,ar es que este cronista peruano era un indio de raza y habla

kolla, aunque dominaba tambiéh el idioma kechua.

Su obra, titulada "Relación de antigüedades de este reyno del P!rú", fué

encontrada por el célebre peruanista español don Marcos Jiménez

d~

la Es–

pada en manuscrito en

1879,

que ahora se encuentra en la Biblioteca Nacio–

nal

de

Madr'id y publicado en sus "Tres Relaciones de Antigüedades Perua–

nas" (págs.

231

al

238),

comentado también por Clement

R.

Markham en sus

''Rites and Laws of the Incas".

El ca5;tellano que emplea este cronista indio se parece mucho a su colega

Wam.m Puma, y se ayuda, como él, con el dibujo. Es precisd interpretarlq

en la misma forma que a éste, y

como ~ éste

también interpola a su español

mal expresado palabras y frases aymaras y kechuas: Tiene, además, algunos

himnos kechuas mal traducidos al castellano, por lo que suponemos que su

idioma matérno fué el aymara. Además; con respecto al origen de los Incas

y al Tawantinsúyo se muestra completamente aymarólo<¡ro.

Son interesantes sus dibujos, como el de Tampu Ttokco, pero principal–

mente el "Altar Mayor del Templo del Sol", mostrando que existían en el

Koricancha un famoso "huevo vósmico", el Sol y la Luna, las constelaciones,

el illapa o trueno, el arcoiris, la "mama pacha", "mamacocha" o pakarina del

Titicaca, el río

Pilco~ayo,

un árbol o "mallqui" hombre \' una mujer, etc., co–

mentados en una importante obra sobre la religión de los Incas de don Roberto

Lehmann Nitsche, dedicada a la Universidad Nacional de la\Plata, en

1929.

S.-Cristóbal de Molina, el cusqueño.-Antes de entrar a narrar la bicr

grafb de

~ste

cronista, tenemos que decir que existen dos cronistas del siglo

XVI, igualmente clérigos y con el mismo nombre, y por esta razón hasta

hace poco se les confundía lamentableménte. El uno autor de las fábulas y

religión de los Incas, y el otro narrador d.e la conquista castellana de Chile,

aunque también nos dá algunos datos incásicos; el uno se

e~resa

no tan bien

en castellano como en

~echua;

el otro es •un buen escritor pero desconocedor

de los idiomas aborígenes; el uno actúa en la seéJunda. mitad del siglo XVI,

el otro, más en la primera mitad de dicho siglo; el uno es mestizo, natural dei

Cusco y cura de la parroquia de Nuestra Señora de los Remedios; el otro,

canóngo, español, Sochantre del coro de Santiago de Chile. Quien fué e1

primero en darse cuenta de la existencia de dos Melinas distintos y coetáneos

fué el bibli6grafo chileno don Tomás Thayer Oieda, publicando sus fundadas

sospechas en la "Revista de Historia y Geografía" de Santiago de Chile, tomo