LOS CRONISTAS DEL PERU
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fin propuesto; en una palabra carece de
imparcialidad.
Garcilaso fué el pri–
mero que tuvo en su tiempo y en su época, la terrible osadía de señalar con
el dedo bien alto l_a destrucción de las instituciones incaicas
y
tradiciortales
en el Perú y
qefend~r
la civi.limción prepizarriana con tal tesón y dignidad que
logró acallar en la propia España el insulto y el desprecio por todo lo indí–
gena, por sólo el delito de
s.erla r-aza vencida; logró señalar . la explotación
y la injusticia en el trato que muchos de los conquistadores (burlando las
admirables leyes de Castilla a favor de
~stos)
usaban contra los pobres indios;
si bien Toledo, buen
iuris~a
al fin, 'no logró hacerse imputar ninguna tacha
legal contra su persona durante su gobierno,
aún en el caso de la muerte del
Inca
de
VUcahamba Tupaj
Amaru,
no podemos negar, con la serenidad que
dá el tiempo, que su política demasiado legalista, hispanista con
intransigenci~,
iba a desnaciona,lizar al Perú, en cuanto a su lado indÍ<¡Jena,
par~
impon-er sólo
lo hispánico, aunque costara para ello el derramar sangre a torrentes; sin
desconocer nosotros tampo1=o .su grandiosa obra constructiva para implantar
y pacificar su dilatado Virreynato. Garcilaso, aunque con todos sus errores
históricos señalados por nuestro historiador, se yergue al Jinalizar la segunda
parte de sus Comentarios como el más alto paladín de la raza autóctona del Pe-.
rú y ha tenido y aún tiene sus continuadores; como fruta de su obra fecitnda.
Algo tinterillesca (perdonándoseme este criollismo) es la
afir~ación
de·
Levillier al decir que Garcilaso no es Inca, porque sólo se consideraban tales
los descendientes por línea paterna en fiempo de los Incas, ·
pre~isa~ente,
Garcilaso mismo lo afirma
cqn
respecto a esa pasada época, pero en su caso,
usar este título equivale a decirst7 indio -ta,mbién:
1
lo dice claramente en otros
pa¡;ajes de su obra
_Y
con orgullo-- y este término entonces y aún hasta hoy
.c¡esgraciadamente es usado con vergüenza, como temiendo
un
sentimiento de
inferioridad, de auto-denigración, que nos hace un daño honroso; Garcilaso
es el primero que dán.dose este título. exalta el lado indio
~báske.
y substan–
cial dentro
d~l _conceptp
inteqral de la peruanidad- y lo ostenta con intre–
Pidez y valentía que causa admiración y respeto aún de sus menospreciado–
res; si
~o
fuera por .él qufzás el gloridso pasado indígena y su tradición
há~
.bría de.saparecido: he aquí el mérito de llamarse Inca por Garcila¡;;o.
Está bien que se diga que existieron antes de Garcilaso muy buenos cro–
nistas que estudiaron el Perú
y
su historia "in situ"; pero ninguno
1
de ellos nos
dá lo meJor que la historia puede dar para que sea cieqcia genética, es decir
.constructiva y no mera y vacua qarrraqión, el sentimiento y la emoción con
la que se forjan Y. construyen p1,1.eblos más Cltle· con el ti'crui:s miquis y las
pequeñas e inútiles minucias de los buscadores de datos c'?n título de his–
toriadores; ninguno como él sintió e hizo seQtir el -Perú; si es. noyelizador ¿por
qué recopila de las anteripres, llamados verídicos? y
si
recopila, ¿por
q;ú6
s~
le llama m·entiroso?
También cree Levillier que es utópica. que sus condiscípulos de infancia
se acordaran de·
¿1
para enviarle datos de los
"archiv~s"
de stls,respectivas
provincias; sabemos muy bien que esa correspondencia entre -nuestro' cronis-
'
.