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'

LOS CRONISTAS. DEL PERU

59

nos); estuvo talnbién en su encomienda de Tapai:¡ui, ,en Cochábamba; col\o–

ció la naciente y señorial Chuquisaca y estuvo en el rico

y

bochinchero· Po–

tosí;

pasé}

varias veces por Ayaviri y los

C~nchis;

a la encomienda de su pa–

dre llamada Cotanera, en el Apurima.j y en determinadas épocas se recreaba

en el paradisíaco valle de Yucay, el versallesco edén de sus antepasados',.

que tan bien

16

describe en sus Comentar1ort; más tarde hizo el tiayécto a

Li–

ma, por la importante Huainanga. Garcilaso

conoc~ó,

pues, palmo a palmo el

Perú.

.

A los v:einte años, muerto su padre y cumpliendo la ÍJostrera voluntad

de éste, abandona el Cusco de

SU.'3

máximos. amores

y

se dirige pera siempre ·

a España. Debe reclamar lós derechos

pa,~érnos

y los maternos, como deS.

cendiente de -los Incas. Pero esta vez se cierne sobre él otra tragedia.·

El

Licenciado Lope García de Castro impídele continuar con

~us

pretensione's, _

por haber su padre favoretido al revoltoso don Gonzalo Pizarra, según ase–

veraba la crónica de

Dte.go

Fernández, el Palentino. Garcilaso pierde la es–

peranza de regresar con decencia al Perú y se dedica a la armas, ascendiendo

hasta el grado de capitán, en las guarniciones de Navarra, donde se hallaba

su protector y pariente el Marqués del. Priégo; ' quizás pasÓ a ItaUa, donde

aprendió el toscano casi a la perfecciór,t; en su madurez, cansadÓ de la adar–

ga

y'

el lanzón; paseó por Castilla, la majestuosa y severa; por Granada, la

sulta~a

.morisca; por Sevilla, la bella

y

riente capita¡ de ·lq.s ·Indias y final–

mente Ías sierras nevadas y las verdes yegas de cielo siempre límpida de la

ilustre Córdoba, de guerreros y pensadores, la atrajeron irresistiblemente,

y.

en

~lla

decidió radicarse, cambiando 'su aventurera vida de militar indiano

y trotamundos por la de filósofo pla:t'ónic'o, clérigo místico y por ú.ltimo, como

produeto m;aduro de su agitada vida, de historiador y fundador de una nueva

conciencia nacional. Traduce del toscano los Diálogos de Amór del judío

,Abarbanel, llamado León el_Hebreo, y dice que awn lo vertió al kechua' del

Per~,

pero' por desgracia

nb

b,a llegado esa versión hasta nosotros; luego, como

tributo a su doble origen, da su "Genealogía d$ G9roi Pére:! de¡ Vargas";· más

tarde, atraído por -las campañas gloriosas del conquistador Hernando de So–

to,¡ que

lant~

jugó en la conquista del Perú y dSsp11és terminó en la de la Flo!

rida, escribe

1

'La Florida del Inca", que no es sólo una· mer9. descripción

y

narración cronical, sino una· "Arauoana en prosa", como la llama García Cal-

derón, por su éstilo y dicción elegantes.

'

Tranquila

.Y

reposadamente.. desde 1586, plane6 su inmottal obra, Los ,Co–

mentarios

Rea~es

de los Incas, que la escribió con todo lo reteniqo fuertemente

en su

memoria~

apo:yada por ese afecto hacia su tierra natc¡.l, único en el mun–

do, como sólp' lo tenemos los cusqueño's por inescrutable ley telúrica y

mis~

teriosa. l?or cartas que le enviaban su

allegado~

y parientes del Perú, muchos

de ellos porque le merecían favores; con' lós irágmentos 'salvados de la obra

de su paisano Ell P. Bias Valera S.

J.

y la ayuda de los muchos manuscritos.

y crónicas impresas que existían ya

y_,

como el autor mismo dice· en su. proe–

mio, con una i,ntención no

tde

"contradecirles, sino servirles de comento

y

1,