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LOS CRONISTAS. DEL PERU
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nos); estuvo talnbién en su encomienda de Tapai:¡ui, ,en Cochábamba; col\o–
ció la naciente y señorial Chuquisaca y estuvo en el rico
y
bochinchero· Po–
tosí;
pasé}
varias veces por Ayaviri y los
C~nchis;
a la encomienda de su pa–
dre llamada Cotanera, en el Apurima.j y en determinadas épocas se recreaba
en el paradisíaco valle de Yucay, el versallesco edén de sus antepasados',.
que tan bien
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describe en sus Comentar1ort; más tarde hizo el tiayécto a
Li–
ma, por la importante Huainanga. Garcilaso
conoc~ó,
pues, palmo a palmo el
Perú.
.
A los v:einte años, muerto su padre y cumpliendo la ÍJostrera voluntad
de éste, abandona el Cusco de
SU.'3
máximos. amores
y
se dirige pera siempre ·
a España. Debe reclamar lós derechos
pa,~érnos
y los maternos, como deS.
cendiente de -los Incas. Pero esta vez se cierne sobre él otra tragedia.·
El
Licenciado Lope García de Castro impídele continuar con
~us
pretensione's, _
por haber su padre favoretido al revoltoso don Gonzalo Pizarra, según ase–
veraba la crónica de
Dte.goFernández, el Palentino. Garcilaso pierde la es–
peranza de regresar con decencia al Perú y se dedica a la armas, ascendiendo
hasta el grado de capitán, en las guarniciones de Navarra, donde se hallaba
su protector y pariente el Marqués del. Priégo; ' quizás pasÓ a ItaUa, donde
aprendió el toscano casi a la perfecciór,t; en su madurez, cansadÓ de la adar–
ga
y'
el lanzón; paseó por Castilla, la majestuosa y severa; por Granada, la
sulta~a
.morisca; por Sevilla, la bella
y
riente capita¡ de ·lq.s ·Indias y final–
mente Ías sierras nevadas y las verdes yegas de cielo siempre límpida de la
ilustre Córdoba, de guerreros y pensadores, la atrajeron irresistiblemente,
y.
en
~lla
decidió radicarse, cambiando 'su aventurera vida de militar indiano
y trotamundos por la de filósofo pla:t'ónic'o, clérigo místico y por ú.ltimo, como
produeto m;aduro de su agitada vida, de historiador y fundador de una nueva
conciencia nacional. Traduce del toscano los Diálogos de Amór del judío
,Abarbanel, llamado León el_Hebreo, y dice que awn lo vertió al kechua' del
Per~,
pero' por desgracia
nb
b,a llegado esa versión hasta nosotros; luego, como
tributo a su doble origen, da su "Genealogía d$ G9roi Pére:! de¡ Vargas";· más
tarde, atraído por -las campañas gloriosas del conquistador Hernando de So–
to,¡ que
lant~
jugó en la conquista del Perú y dSsp11és terminó en la de la Flo!
rida, escribe
1
'La Florida del Inca", que no es sólo una· mer9. descripción
y
narración cronical, sino una· "Arauoana en prosa", como la llama García Cal-
derón, por su éstilo y dicción elegantes.
'
Tranquila
.Y
reposadamente.. desde 1586, plane6 su inmottal obra, Los ,Co–
mentarios
Rea~es
de los Incas, que la escribió con todo lo reteniqo fuertemente
en su
memoria~
apo:yada por ese afecto hacia su tierra natc¡.l, único en el mun–
do, como sólp' lo tenemos los cusqueño's por inescrutable ley telúrica y
mis~
teriosa. l?or cartas que le enviaban su
allegado~
y parientes del Perú, muchos
de ellos porque le merecían favores; con' lós irágmentos 'salvados de la obra
de su paisano Ell P. Bias Valera S.
J.
y la ayuda de los muchos manuscritos.
y crónicas impresas que existían ya
y_,
como el autor mismo dice· en su. proe–
mio, con una i,ntención no
tde
"contradecirles, sino servirles de comento
y
1,