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54

J~JLI:AN

SANTISTEBAN OCHOA.

conocimiento de nuestia h istoria, de nuestra realidad y de nuestra

psicologi~

nacional, en

cre~r,

con tanta ingenui;la<i, que por sólo una simple procesió,n

r.eligiosa con reminiscencias- in9aicas haya íntegra la tradici6n prehi.spánica.

·E:sta no era sino ,una simple teatralidad, un mero aspecto externo que se_con–

se¡;vó

~hasta

200

años má;s tarde; pero la. tradiCión incaica,

auténtica~

la cul–

ta y aristocrática, Cfl.,le era la esotérica, murió mucho antes, un siglo atrás, por

obra de las

fe~oces

soldadescas· quiteñas de Atao Wallpa, cuando se degolló

a todos los nobles orejones del Cusca y se persit;ruió

im¡:>lÁcablern~I\te

a

los.

kipukamayoi, deposi.tarios oficiales de la auténtica tradición imperial. '

Por EjlStos motivos, y además porque no p0demos encontrar esa marcada

divisi<:?n ideológica entre los cronistas,

dese~hamos

ella por absurda e

il<h

gica: porque si bien Garcilaso alaba con denuedo, valentía

y

sentimiento

.al

aborigen que

b~Ilía e~

sus iJ'enas, es· el mestizo, hiiO del conquistador que

1

defiertde a España, en su lengua, en el

metor

estilo, el! su J¡eligión, como un

convencido cat61ico (que hasta de clétígb murió), err su política y ·en sus cos-

.

..

'/

'

tumbres;· y tendríamos que ponei;lo a veces 'en un bahdo

y

a veces en otro.

Cieza de León, español como el que más, hasta cargo ofi:ciai ejercía, defiende<

en

io que

cree

jJ~to

al -indio, con hid9-lguía muy castellapa. Sarmiento, si bie:

tacha a los Incas de tiranos, es uno de los que más exalta a éstos mostrán–

donos, mejor que Garcilaso a veces, todo el esplen<

;l.or

, el coraje y la grande-.

za de algunos de

~llos,

como de

Pacha~utej

y Wayna Ckapai; y así seguina–

tnos ana*ando a cada uno

.Y

encontrando exaltaciones y

de~uestos

para cada

lado, seg(m lé guiaba su criteri9· y rpentaliáad. Por esto rechazamos ésa di-

•\Tisión de Means.

'

Pero surge del mismo rechazo anterior otra divlsión o clasificadón; es

la de cronistas principales y secundArios, o sea

ateni~ndonos

al méritp del

autor y de la

~b:r:a. Califi~a.~os

de

principales

a lol? cronistas

que

descuellan

por su ÍUEfrie personalidad moral e intelectUal, que los hace más qignos de

cré–

dito, tanto en su preparación cultural cuanto por sus investigaciones

y

via–

jes,

o también por la extensión .de su obra misma.

Secundarios

llamamos

a .los cronólogos

qué,

nos

1

merece:q menos fe por

la

cortedad o .ambigiiedad

de su

r~lacióp,

o por su propia personal4daci, poco conoclda, de poca autori–

dad,. o por residencia fugaz· en el Perú o su e:;;casa noticia de los he,chos.

En

esta forma, cada estudioso ·va•

haci~ñdc

su propia clasificacióp, emanada de:

la piografía y del estudio de la

obi-a

de

'ca~a

cronista.

De esta manera, é.l estudiar la cbnquista, 'Xerez, Pizátro o Sancho serán

principales en lo que al hecho se refie,re, y secundarios en lo que del Im–

perio vieron u oysron. Principal será Garcilaso, por sus cualidades persa-

' nales como por ·sus relatos em¡ma.dqs de vista

y

oído y de su parentesco

y

entroncamiento con la farriilia. de los Incas, por

~u

conocimiento de kechua

y su nacimiento en el Cusca; lo será igualmente Sarmiento por su fuerte

personalidad y cultura

españoles~

pcr sus viajes, su" talento, su firmeza y ca-

.-

1

1

rácter

y

por ·haber averiguado de boca de los descendientes de los Incas

que' a_ún restaban en el Cusca; lo serán igualmente Valera•. Óeza de León.

1