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J~JLI:AN
SANTISTEBAN OCHOA.
conocimiento de nuestia h istoria, de nuestra realidad y de nuestra
psicologi~
nacional, en
cre~r,
con tanta ingenui;la<i, que por sólo una simple procesió,n
r.eligiosa con reminiscencias- in9aicas haya íntegra la tradici6n prehi.spánica.
·E:sta no era sino ,una simple teatralidad, un mero aspecto externo que se_con–
se¡;vó
~hasta
200
años má;s tarde; pero la. tradiCión incaica,
auténtica~
la cul–
ta y aristocrática, Cfl.,le era la esotérica, murió mucho antes, un siglo atrás, por
obra de las
fe~oces
soldadescas· quiteñas de Atao Wallpa, cuando se degolló
a todos los nobles orejones del Cusca y se persit;ruió
im¡:>lÁcablern~I\te
a
los.
kipukamayoi, deposi.tarios oficiales de la auténtica tradición imperial. '
Por EjlStos motivos, y además porque no p0demos encontrar esa marcada
divisi<:?n ideológica entre los cronistas,
dese~hamos
ella por absurda e
il<h
gica: porque si bien Garcilaso alaba con denuedo, valentía
y
sentimiento
.al
aborigen que
b~Ilía e~
sus iJ'enas, es· el mestizo, hiiO del conquistador que
1
defiertde a España, en su lengua, en el
metor
estilo, el! su J¡eligión, como un
convencido cat61ico (que hasta de clétígb murió), err su política y ·en sus cos-
.
..
'/
'
tumbres;· y tendríamos que ponei;lo a veces 'en un bahdo
y
a veces en otro.
Cieza de León, español como el que más, hasta cargo ofi:ciai ejercía, defiende<
en
io que
cree
jJ~to
al -indio, con hid9-lguía muy castellapa. Sarmiento, si bie:
tacha a los Incas de tiranos, es uno de los que más exalta a éstos mostrán–
donos, mejor que Garcilaso a veces, todo el esplen<
;l.or, el coraje y la grande-.
za de algunos de
~llos,
como de
Pacha~utej
y Wayna Ckapai; y así seguina–
tnos ana*ando a cada uno
.Y
encontrando exaltaciones y
de~uestos
para cada
lado, seg(m lé guiaba su criteri9· y rpentaliáad. Por esto rechazamos ésa di-
•\Tisión de Means.
'
Pero surge del mismo rechazo anterior otra divlsión o clasificadón; es
la de cronistas principales y secundArios, o sea
ateni~ndonos
al méritp del
autor y de la
~b:r:a. Califi~a.~os
de
principales
a lol? cronistas
que
descuellan
por su ÍUEfrie personalidad moral e intelectUal, que los hace más qignos de
cré–
dito, tanto en su preparación cultural cuanto por sus investigaciones
y
via–
jes,
o también por la extensión .de su obra misma.
Secundarios
llamamos
a .los cronólogos
qué,
nos
1
merece:q menos fe por
la
cortedad o .ambigiiedad
de su
r~lacióp,
o por su propia personal4daci, poco conoclda, de poca autori–
dad,. o por residencia fugaz· en el Perú o su e:;;casa noticia de los he,chos.
En
esta forma, cada estudioso ·va•
haci~ñdc
su propia clasificacióp, emanada de:
la piografía y del estudio de la
obi-a
de
'ca~a
cronista.
De esta manera, é.l estudiar la cbnquista, 'Xerez, Pizátro o Sancho serán
principales en lo que al hecho se refie,re, y secundarios en lo que del Im–
perio vieron u oysron. Principal será Garcilaso, por sus cualidades persa-
' nales como por ·sus relatos em¡ma.dqs de vista
y
oído y de su parentesco
y
entroncamiento con la farriilia. de los Incas, por
~u
conocimiento de kechua
y su nacimiento en el Cusca; lo será igualmente Sarmiento por su fuerte
personalidad y cultura
españoles~
pcr sus viajes, su" talento, su firmeza y ca-
•
.-
1
1
rácter
y
por ·haber averiguado de boca de los descendientes de los Incas
que' a_ún restaban en el Cusca; lo serán igualmente Valera•. Óeza de León.
1