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-79-

~u

Capltan,

de acuerdo con las

Jeyes de

los In

kas .

..

w

~

..

..

..

..

Cuando el imperial palacio

terminó

-de

-engullirse

a

la ex–

traordinaria Corte

de T ahuan–

tinsuyu, el gran pueblo sé vació

en Kuúpata

i dió

comienzo a

las prueba!: de sus mozos.

Ante Capitanes

especiales,

¿esignados p-or el lnka, comen·

:zaron

a

demostrar su gran capa–

cidad, en carreras de velocidad,

saltos, ejen:icios de destreza, que

el pueblo aplaudía con frenesí

rayano en la locut·a.

Colocado5

luego en largas

fila~.

hicieron

un

simulacro de

guerrear con hondas.

Giraron las huarakas i sol–

taron a un tiempo las amenazan–

tes puntas, produciendo un !ápi-

do chasquido .... . .

Los proyectiles hicieron cer–

tero impacto sobre cráneos esco–

gidos.

Otro grupo numeroso reem–

plazó al primero .

Templando

el arco, se e–

charon

J.os

mozos hacia atrás, en

·•iolento esfuerzo, dejando vene

el cordaje de los nervio5 . . .. . .

Veloces como un rayo par–

tieron las flechas

disparadas, i

fueron a herjr muñecos coloca-

dos a distancia . ... . .

Así fueron demostrando su

destreza en el manejo de las o–

tras armas del Imperio: chukis,

estólicas, makanas . . ... .

Con los chukis hicieron un

simu!acro

de

ataque i de defen-

sa .. .. . .

Lanzaron las estb.licas

con·

tra blancos

hechos en tablont's

especiales.

Con

matemática pre•

cision lanzaban

la

afilada hoja

de reluciente bronce, que descri·

hiendo una parábola, iba a da·

varse certera i con violencia.

Pero fue el simulacro de la

lucha con

~akanas,

la que má.s

tensos puso los

nervios

de la

multitud, que contempló con

pa~

sión

i

vehemencia la batalla ... .

Gustaba el pueblo aquellas

maniobras militares de sus hijos,

que les recordaban asimismo las

hazañas de

su mocedad,

i que

ahora terminó cori un griterío de

triunfo, ensordecedor,

que fue

a clavarse en el corazón de los

peñascos .

-¡Ayllil ... .. .

-¡Ayllil . . .. . .

La Tierra misma estaba es·

tremecida .

Al terminar,

los mozos, a·

compañados- de

las más bellas

doncellas, entonaron sus más be–

llos cantos de guerra y de

l

:iun–

fo.

Fuertes abrazos sellaron ,, ·

que!los simulacros . .. . . .

J\lírkai le decía

a ros mu–

chachos:

-Y

a podéis

seguir a nues–

tro lnka, i morir

por la gloria

de su Padre

el

Sol .

La chicha fue vaciándose

i

alegrando

al pueblo

inmenso,

que pronto comenzó

a

~aborear

el gran banquete preparado pa–

ra él .