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destacándose
el
simulacro de
guerra con todas
las
arma~
del
Imperio.
Demo(traron
su
completa
habilidad en el manejo del chu–
ki, la huaraka, la flecha,
i
la es–
tólica;
i
luego, armados de ma–
kanas
especiales,
simularon un
combate cuerpo a cuerpo, diriji–
dos por capitanes habilísimos .
La
lucha .se generalizó con
Ímpetu. Los príncipes enardeci–
dos, como
si se tratara
de' un
combate real, llegaron a herirse,
viéndose rodar
a muchos semi–
muertos, en pos de la victoria.
La gritería se volvió infer-
•
nal.
La muchedumbre
contem–
plaba
en suspenso,
dando de
vez en cuando interjecciones de
espanto
i
de sorpresa,
ante las
espeluznantes acometidas de los
noveles
guerr~ros.
Cuando la lucha
tomó ca–
ractert:s sangrientos, el Monarca
dió la orden de dar por termi–
nado el combate.
Entonces los médicos apli–
caron a los heridos, unturas es–
peciales,
i
les dieron
brevajes
que les reconfortaron i adorme-
cieron todo dolor .. . .. .
Después
de un frugal al–
muerzo, <e dirijieron
a la For–
taleza.
Apu Maita los
dividió en
dos grupos. EJ únó, bajo las ór–
denes de lila lllapa, tomó la de–
fensa del gigantesco {uerte, i- el
ótro, bajo las órdenes de Man–
ku, se lanzó al asalto.
Me<lia hora duró tan brava
prueba.
Sacsahuáman,
la
ciclópea
forta.Jeza, la más grand¡e de
T
a–
huantinsuyu,
se
componía de
tres muros
semicirculares por la
parte accesible
del cerro, cuyo
frente que mira a Kosko era inac–
cesible.
Sinembargo por esta pa.rte
se elevaba un muro de piedr.a ri–
camente labrada,
mientras que
los tres muros semicirculares, es..
!Jecialmente el priméro, estaban
hechos de piedras
tan grandes,
que más eran
peñascos, muchas
de las cuales fueron llevadas de
fabulosas distancias,
si se tiene
en cuenta el grandor
de seme–
jantes moles.
Entre los cerros
se había
hecho una obra
de relleno con
tierra, formando terrazas que lle–
vaban un antepecho, más o me–
nos de .do!:< codos
en alto; de
modo que las murallas cubrieran
gran parte del cuerpo, facilitan–
do así la defensa.
Cada muro
llevaba
una
puerta que cerraba un verdadero
peñasco.
Pasados los tres muros, ha–
bía una plaza larga con. tres to–
rreones: el del centro era circu–
lar, i estaba destinado al lnka
1
su comitiva, siendo de una rique–
za i hermosura singular, i los de.
los costados
eran cuadrangula–
res,
i
contenían las
habitacione~
para los capitanes i soldados.
Aquellos torreones se comu–
nicaban por medio de subtená–
neos embovedados con vigas de
piedras de una sola pieza, i co–
municados por un
laberinto de
calles. con numerosas puertas, de
modo que al penetrar en ellas,
se mareaba
i
no se acertaba a