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los brazos,
i
lanzaron un murmu–
ll.o que
repercutió de
cerro en
cerro, como el ruido de las olas
de Mamakocha
al
estrellarse en
la playa.
Huaina Kápac
subió a l us--
nu.
Los príncipes
se adelanta–
ron
i
le reverenciaroR, pidiénda-
1e permiso para iniciar sus prue–
bas que debían terminar con su
investidura de aukis .
Sapan lnka levantó una ma–
Jl.O,
i
todos le escucharon,
tré–
mulos de emoción .
-Príncipes!,-
les dijo: - mi
Padre os bendice, porque sois la
esperanza del
Imperio .
1Qué
hermoso es contemplar a los que
han de sucedemos en el devenir
del tiempo,
listos
a probarnos
que son dignos de las glorias de
la Raza!
"Pera por eso mismo, tra–
tad de superaros. · Sed valientes
como el puma
i ágnes como el
rayo, e inconmovibles como las
montañas, cuando
la guerra 'os
llame; pero también nobles i ge–
nerosos, corno hijos
dignos del
Sol,. que nos envió para hacer el
bien a los humanos. Que el es–
píritu de Ayar Uchu o!:! sea pro–
picio
i
os conduzca
a la victo-
ria"
Luego los despidió dándo–
les
permi~o
para hacer sus sacri–
ficios al pié de Huanakauri i co–
menzar sus pruebas .
Idos los príncipes i sus fa–
milias, se procedió
al sacrificio
del huanaku, por . la victoria de
los príncipes.
Se sacrificaron
así misq1o
numerosos llamas
para el han-
quete que seguiría:
~
la fiesta del
Huaraku.
EntraTon en seguida rvisto–
sas i variadas danzas i repre!;'t"n·
taciones
popuhu~es
..... .
Por la noche,
lios
príncipes
durmieron
en Matahua, ayunos
todo el día.
Era Matahua el lugar don–
de los Ayares hicieron alto an–
tes de entrar en Kosko .
Amaneció por fin el espe–
rado día .
Con unción recibie–
ron de los uilla:ccuna la salpica–
dura de sangre de los l1amas sa–
crificados al espíritu de Ayar
U–
chu, al que rogaron diciéndole:
-Oh Padre nuestro: que Vi–
racocha,
.el
Sol i el Trueno, per–
manezcan siempre jóvenes, i den
eterna juventud a nuestro Empe–
rador. . . . . . . . Oh, Huanakauri:
permítenos la victoria
en nues–
tras pruebas, para
la gloria de
T ahuantinsuyu .
Lueg·o
los padres i los A–
mautas que los habían educada,
les recordaron
que eran Hijos
del Sol, i que de salir victorio–
sos en las pruebas,
les espera–
ban la honra i el afecto del Mo–
narca i de T ahuantinsuyu todo, i
si salían derrotados, no la honra
sino la vergüenza les esperaba.
-Haremos realidad vuestras
nobilí9itnas
esperanzas,-
excla–
maron los príncipes .
Todos se alinearon
en se–
guida,
i cuando Kuri Ama'l!lta,
encargado de dar la señal, bajó
el yauri, seicientos
príncipes se
precipitaron en veloz carrera ha–
cia la fortaleza monumental de
Sacsahuáman .
R'evueltos
lo:\ mantos, en