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-58,.

antérÍOr, coménzaron alegrar la

concurreacia,

dando

gritos de

alegría.

T

ahuantinsuyu celebraba

a–

hora lntip Raimi <:on todo amor

i devoción .. .. . •

El día

se fue

aburrienáo

del polvo

í

del calor,

í

al

fin

ilegó la hora

de! banquete ex–

traordinario ... , . .

Grupos de nob1es éc:>menza–

r0n afluir al palacio del Monar–

ca, repletándolo

con su presen–

cia i su alegría.

Ápu Kúntur

se

encontró

con Huaina Ollántai

al

traspo–

ner

la

puerta de la imperial man-

sión.

.

-Uirakocha

huakaichasunkí,

Inka,- le dijo.- La T arde va ale–

grándose

í

pre~ agia.ndo

dulce

(iesta.

-KarrtpÍs

kínallacta-

huau–

kei- diío Huaina Ollántaí.-

1

oj a ·

l;i qüe

Púnchai

111

iserícordiosc::t

nos eonceda

la alegrÍa

í

la

paz

del córaz6n.

r

se fue'rort

adentrando al

primer pati-o, donde el Runa Si–

mi erá la cadencia de Unil ban–

dada de chekollos

cantando e–

namorado~

en las ramas de lc::ts

molles florecidos.

f.ran los nobles

í

las ñus–

tas que

convenaban · en dulce

t~lgatahta.

Todos os•entaban

los más

ricos i primorosos

vestidos, te–

jidos por las aklias,- las vÍrgenes

del Sol,-

i obr.equiados

por el

Emperador.

-.Por Uirakocha,-

dijo lnka

Pullkanca a Suniyaska :- el pala–

cio de Sapan lnka se ha trasfor–

madG en , \In íarJ:rt ,

-Ha

floreddo

en

pallas.

ñustas

i

aklla.s, -

agregó Sunv

y

as.ka

..

Káhuac [nti

!,-

exclamó de

nuevo Pullkanca,

a:l vedo llegar

con Súmac

Urpi :-

te acompaña

la dicha.

-No me burles,

hermano,–

dijo Sútrtac Urpi, riendo.

l pasó entre las palmotea–

das de un grupo de nobles

que

celebraba

con maliciosa

ale–

gría a la bella pareja.

Huáskar i Atau Hu;.]pa

se

encontraron

al

cruzar

el

primer

patio, i se saludaron con cariño.

Allf

dejó cada cu, l su comitiva.

-Feliz enr;uentro, hermano,–

dijo Huáskar.

-Que Uirakocha

haga afe–

grar

tu

corazón como

un rayo

de Sol,- dijo Atau Hualpa.

I

se fueron

adentrando en

fa Íntímídad

qel

palacio

de su

padre.

A

fa

mera del Monarca

só~

lo eran admitidos sus hermanos,

sus hijos i parientes más cerca–

nos, í entre ellos los Amautas í

aftoDCapitanes

de

su m.perial

Consejo.

En aqueT día el palacio res–

plandecía como nunca. Las

píe~

les más mullidas cubrían el em–

balc~osado

de plata

i

sobre

e–

llas ['e habían esparcido corolas

de vis,toras flores.

Cómodos asientos de oro

í

plata, cubiertos de ricas pieles

i

telas extraordinarias

por su fi–

nura, sus dibujos i colores, espe–

raban frente

a extrañas mesas

cubiertas de finíS-imos

manteles

de algodón blancos como la nie–

ve, los cuales estaban con olo!o·