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cautam~::nte
con lnka
Chalku,
quien le hablaba del lejano Co–
to Pacsa, con
todS: la emoción
del amor eterno e invencible.
-Cuando se enoja, da tales
rugidot~
que hace
retun;bar 1a
Tierra,
i
entonces
Das
casas se
sacuden, como
los pájaros mo·
jados por la lluvia,- dijp Chal·
ku Chímac
-Yo recuerdo
que una vez
en mi lejana
tierra,
hubo una
parecida conmoción: Mama Ko–
cha bramó como un puma gigan–
tesco, i los templos i palacios se
tambalearon como ébrios-- •..••
le contaba Chumpillaya .
-Pero el volcán vomita fue–
go, i por sus
flancos baja hir–
viente el mineral fundido, arra·
sando todo lo que encuentra ...
Princesa: mi corazón
ea
un vol–
cán que está ardiéndose sin con-
sumirse .•••••
Huáscar se acercó interrum–
piéndoles.
-lnka Chalku,-
le dijo son–
riente:- preciso
es no desperdi–
ciar la música: hai que bailar,
i
no mostrarse entristecido .
Chalku
Chímac
contestó
con gallardía:
-Sacaremos, lnka,
una pa·
reja, i bailaremos juntos.
1 sacó
a Súmac Urni. en
tanto Huáscar
tomaba
a· Kusi
Koillur, la divina chincha.
Mientras así se divertía t>n
d palacio de Sapan lnka Hnai–
na Kápac. desde medio día se
istalaron en las
plazas
'i
en las
calles,
tremendas
chombas de
burbujeante
chicha, que se
co–
menzó
a servir al
pueblo con
toda profusión.
1 al caer la tarde, innúmt: ·
ros setvidores
sirvieron
el
ban•
quete con que Sapan lnka con·
vi daba a la concurrencia.
Junto a los manjares exqui
sitamente preparados, se les re·
partía
fruta en
abundancia, 1
especialmente el llla. Tanta, pan
sagrado, regalo
divino
que la
gente comía por
única vez du·
rante el año, i con la unción que
requería regctlo tal del Sol.
· Terminado el banquete, se
les repartió las hojas de la divi–
na coca,
que al igual
del Hla
Tanta, conservaron en parte pa·
ra llevarla como la más cara re·
liquia i como el más caro rega·
lo, hasta el lejano hogar; para
que aquella bendición alcanzara
también
al paladar de
los pa–
rientes que esperaban con impa·
ciente anhelo, semejantes recuer·
dos de la fiesta de su Dios.
Los bailes
i
diversiones po–
pulares sólo
se fueron
amen·
guando con los
primeros rayos
de la aurora.
Así continuaron aquel año
los festej-os de la máxima Fíes·
ta del Imperio, por espacio de
unos días, en l-os que Tahuantin·
suyu todo saboreó la dulzura de
la más completa Hbe.-tad.