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Hizo reverencia
rendida al
Monarca,
i
entregó al Kipu Ka–
máyoc un manojo de kipus, re–
pitiendo· el mensaje
que venía
de Tumpis.
"Hombres
extraños, blan–
cos i barbudos, navegan por la
mar, en barcas enormes, del ta–
maño de nuestras casas.
l raen
armas nunca vistas, que vomitan
fuego i humo i dan muerte súbi–
ta. Cabalgan
anim~les
mui velo–
ces, i siembran
con ellos el es–
panto,
la muerte
i la destruc–
ción.··
Akl1as, ñustas, concubinas,
nobles i valientes capitanes que
de ordinario rodeaban a1 Empe–
rador, no pudieron
reprimir su
sobresalto ....••
Los uílkas,
los huátuk, los
laikas,
i hasta el mismo Uíllac
Urna, habían
vuelto a predecir
grandes males a Tahuantinsuyu.
Habían vuelto aparecer va–
rios cometas i otras señales, que
co111enzaban a causar nuevo te-
rror.
Pero el Monarca estaba se–
reno.
Ningún
~igno
dibujó en
su
~emblante
alguna muestra de
extrañeza o de estupor .
A una señal imperceptible,
el Kipukamáyoc leyó el kipu:
"Cinco veces cien hombres
engrosarán las filas del ejército
de Sapan
lnka en T umpis. en
previsión de los extraños acon–
tecimientos de
la
mar" .
-Bien, dijo el Monarca.- Au–
ki Amaru T úpac
lnka:
harás
llamar a mis nobles a Consejo.
Que consulten
los
Sacerdotes
con mi Padre,
i
.que
envíen
mensajeros hasta Pachakámac.
El noble
Amaru
hermano del Monarca,
reverencia
i
se retiró a
sus órdenes.
Túpac,
le hizo
cumplir
Mientras tanto la Corte co–
mentaba
en tonos múltiples
i
apasionados, la nueva extraordi–
nana.
Sapan lnka
se abismó en
meditación profunda. Una vez
i
otra vez
i
otra vez, fulgió en su
mente el oráculo de sus antepa–
sados, según el cual, después de
doce emperarlores, un cataclismo
vendría a destruir su Religión i
su Imperio; i que en él se cum–
plía el extraño e inexorable nú–
mero i pasaba al trece, que tan–
to espanta
a lo!J
hombres con
su arcada de dos asas en las que
se columpia
el
misterio.
Rápidamente se fue reunien-
do
el
Consejo.
. •
El primero en
entrar fue
Maita Yupanki, el temido Capi–
tán, compañero de Huaina Ká–
pac en la conquista de Kitu; en
~eguida
llegó Huanka Auki, el
más bravo i fastuoso de los In–
kas; i así fueron entrando Rumi
~ahui;
lnka Atok;
Titu Rima–
chi, hermano
del
Emperador;
Apu Kúntur
i
demás nobles del
Consejo de Sapan lnka Huaina
Kápac; altísimos
i esclarecidos
Capitanes, cuyos
férreos brazos
habían engrandecido el fabuloso
Imperio.
'
El último que entró fue Tú–
pac Amaru Yupanki, hermano de
Túpac ln·ka Yupanki
i tío del
Emperador actual . Vestía seve–
ramente, i sobre
su pecho res–
plandecía la imagen del Sol la–
brado en
oro
fino.
Hablaba