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CAPITULO IX

El Sol volvió a encender su

lumbre en el lomo de los Antis,

cuando los encargados

del mo–

numental banquete con que Sa–

pan lnka iba

a regalar

a 1 'a–

huantinsuyu, comenzaron sus pre–

parativos.

Por todas las calles comen–

zó a desgranarse la inmensa mul–

titud, ostentando la extraordina–

ria variedad de

s~s

colores, en

sus vestidos más fastuosos .

- -¡IiíiÍlkaiÍ,- gritó

Allkama–

ri :-

hoi es nuestr.o día. Que Inti

alegre nuestros corazones.

-1

que nos

conceda la di–

cha de la vida

i la salud, para

volver a gozar este dia con to–

da felicidad.

J\lírkai encarecía

a sus

hi-

jos:

-Hai que gozar, pero

con

cierta moderación.

La embria–

guez extremada, ·perjudica a los

hombres, porque les priva de su

conciencia.

-¡A desechar

penas!,- dijo

riendo Upallákuc.

-A divertirse, ventrudo cán–

taro! ;- exclamó Allkamari ;- pe–

ro no vayas a reventarte.

Todos reían

i mezclaban

sus lenguas

en creciente algara–

bía.

La ciudad les pertenecía a-

hora . Ellos también iban a par–

ticipar

algunos

días

del más

·grande de los Raimis.

El grueso

de la multitúd _

penetró en Kusipata, entonando

sencillísimas i líricas

canciones,

mientras grupos

de pintorescos

bailadores festejaban por el Pue–

blo, al Padre de los Inkas i Dios

común del formidable Imperio.

Las muchachas más hermo–

!las,

ataviadas

con

riqu1s1mos

v estidos i con guirnaldas de flo–

res, que cubrían sus cabezas,

i–

rrumpieron luego en Aukaypata,

seguidas de enorme muchedum–

bre; se

apostaron frenbe

a la

puerta del palacio

del Empera–

dor,

i comenzaron

a cantar le,

loando sus hazañas

i su manse–

dumbre, i luego al són de suave

mus1ca,

comenzaron

a

danzar

las rnás armoniosas danzas, feli–

ces de

festejar a su Monarca,

por más que él no las mirara .

En KuSiipata

se inició

luego

el festival del

pueblo de todos

los confines del lmptnio. Kenas,

antaras, tinyas,

caracoles i pin–

cullos; todos

los istrumentos de

la paz,

iniciaron sonora algara–

bía.

Numerosas danzas, a imita–

Cion de las que acababan de ale–

grar la misma p

)a.za

1n

la tarde

•,

'