-5.3-
-Kuyaska,· dijo e} Empera·
dor:• ven junto
a mí, glorioso
Hijo de Mama Killa. Bien me·
rece descanso el bardo peregrl·
na, cuya fama recorre el Impe–
rio llenándolo de emoción. Eres
mi predilecto;
i
1
como nó, si has·
ta mi Padre Sol i nuestra Madre
la Luna, parecen detenerse a es·
cuchar la dulzura
que destilan
tus labios!
El poeta - agradeció en si–
lencio
tan mstgne
honor,
i
se
sentó a sus pies.
Iba ya amaneciendo, cuando
el lnka ee puso de pie para diri–
jirue al tibio dormitorio.
Los nobles
comenzaron
.a
desfilar ..... .
Por las calles de Kosko, nu–
merosas personas del pueblo ke–
chua, se dirijían
también a sus
casas, después de haberse diver·
tido bastante en las
ca~as
de sus
familiares.
Algunos hombres i algunas
mujeres iban
cantando cancio–
nes de amor.
Muchos
nobles se
cruza·
ban también por las ·calles.
-Qué bella es la vida!- de–
da lnka Huaira,· un tanto é–
brio-. La sora
hace olvidar los
pesares, i a su
influjo úno se
~iente
feliz.
-Ningún Raimi ha sido más
azaroso· dijo
lnka
Paullu,-
i
sinembargo, mentiría si
dijera
que la Ventura no pataJea en mi
corazón.
-La Ventura
nos viene de
Sapan lnka:
su corazón es tan
grande
i misericordioso,
como
el corazón del Sol. ¿Quién podría
ser desgraciado
bajo el reinado
de ·Huaina Kápac
~
/
-!Del Empel'ador más ama–
do de Tahuantinsu:ru!·,
agl'egó
entusiasmado lnka Sallka.
-1
HaRkara, Kuraka 1,- gritó
Inka Huaira,
dirijiendo el cho–
rro de vaz con las manos alrede·
dor de la boca: ¿estás enfermo,
que te vas trenzaAdo
como lla–
ma
viejo~
Todos rieron sonoramente.
Hankara
•contestó
ta'rtamu·
deando:
·Ya te preguntaré ..... Ya
te preguntaré .. . . . .
Todo el mundo
se sentía
feliz, con esa dulce felicidad que
dan la sora i el amor del Empe–
rador. ·
Atau Hualpa
i sus nobles
se adentraron en su palacio. Por
la calle le iba diciendo a Chal·
ku Chímac, su favorito:
-La verdad, Cha1lku Chímac,
que Huáskar
es tan noble i tan
bueno que el Sol no podrá per–
mitir que seamos traidores. Hai
momentos en que desisto de mi
ambición.
1
Es tan bello vivir en
la paz
i
a la sombra de las glo–
rias. de los Hijos del Sol!
Por–
que, ¡yo tambi'én
soi antes que
todo: un Hijo del Sol! ....
Chalku Chí-mac le miró con
sorpresa; p·ero luego agregó:
-lnka: la ambi'ción arrebata
al hombre,
i le hace
olvidar
todo suceso. Volver a
la reali–
dad, es despertarnos de un sue–
ño.
1
Yo también soi un Hijo
del Sol!, i tus palabras me han
conmovido.
Pluguiera
a Dios
que Tahuantinsuyu
fuera eter·
namente glorioso.
Kánchak
i
otras
ñustas del