Los bailadores
r:e
entusias–
maron,
i
toda la Sf).la se
meen~
di6
tle
alegría.
El
baile era la
más grata diveJ sión
de
los
In•
kas.
Las
akllas,
servidoras
ex~·
elusivas del
palacio
de Sapan
lnka, escanciaban
a menudo la
sora preparada po>r las akllas ex·
elusivas del
S~l.
las que nunca
salían de Aldla Huasi, r.u encie·
rro sagrado. Estas eran hijas de
nobles, escojidas
entre
las be–
llas, pero únicamente entre el li–
naje de los Hijos del Sol,
i
una
vez
~ncerradas,
se
entregaban
al. cuidado
de Mamakunas, es
decir
de akllas
maestras, sin
que pudieran Der vistas por ojos
vulgares; pues solamente podían
ser vistas por el Empera<\or i la
Coya, i por
las akllas
y ñustas
servidoras
del
Hijo del
Sol.
Mientras las
ótras que
s~nrían
a Sapan lnka, eran tomadas en·
tre las vírgenes del resto de la
nobleza,
i
aún, .algunas, del pue–
blo por su estremada belleza.
Las ak llas
reian alegres, a–
tendiendo a los nobles.
·
-Beberemo~
los dos, decía
Puma Sonko
a Keuña,- una de
las akllas de extrema hermosura.
De tus maRos viene la sora más
dulce y embriagadora.
-Bebamos
por tus
glottio- .
sas
hazaña~.
embriagadoras co–
mo ·la
sora de
Pachakámac,–
contestó el aklla, i se alejó
rien~
do después de beber.
Vírgenes. especiales
aroma~
han de hora en hora el ambien–
te quemando
las más delicadas
resinas, i esparciendo pétalos de .
flores, mientras ótras
lo refres-
caban con grandes plumeros.
La
~iesta
había
lle:gado
a
su cumbre.
EntoRces Kuyaska
recitó u.n poema
en alabanza a
la Coya, como madre común
de
toda a(juella nobleza
i de todo
el Imperio, a semejanza de Ma–
ma Okl_lo.
Mana Huáñuc, el músiQo
i
haráhuec
inmortal,
cantó
las
g1ottias de Sapv.n 1Rka;
i
más tar–
de, Chaska,
un
poema
de
a~
mor.
Rumi ¡i;¡ahui,
Kéhuar Titu,
Chalku Chímac i el jr.oven lnka
Sinti Túmac, reían
alegremeRte
con Súmac Urpi,
Koil~ur,
llla
Kofi, i .otras ñusta!:,
quienes se
•divertían
de las
simplezas de
Sinti Kúchun, a quien decían:
-Hermano: estás bueno
pa~
ra
~t'a
guerra;
pero en el Raimi
se
nec~sitan
bailadores divinos.
Káhuac lnti, que
se iba a–
cercando,
oyó aquella charla,
i
dijo riendo:
,.....
-
-Esta es
la guerra. Voso,
tras sois hermosas, i bien mere–
céis, una bataUa de amor.
Luego agregó:
,Súmac Urpi,
paloma
de i
palacio de Sapan
lnka: el bai1e
es una batalla: ""'disputémosla.
Todos
celebraron
al lnka
tan amado de la nobleza por su
¡:encillez como por
su extrema·
da bravura.
La
música estremeció el ai·
re con una airihua, danza vivaz
que todos
corearon con, palmo–
tadas.
La Coya se
puso de pie i
se aoerc-.ó a Sapan lnka, para
o~
frendarle con un vaso de sora.
-Sa¡::>an lnka,- le
dÜo:~
Ra·