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hua Okllo pone a tus pies su co–
razón.
'
El Monarca
la recibió ale–
gre, diciéndola:
-Rahua Okllo:
eres el or·
gullo del Hijo del Sol.
Todos enmedio de la más
grande alegtÍa, brindaron por el
más amado de los Emperadores
de T ahuantinsuyu.
Kuyaska alzó la áurea aqui–
lla, i comenzó diciendo:
Sapan lnka, Señor del Universo!:
tu brazo de granito,
<lomando el Chimpurákic,
le dió a T ahuantinsuyu
su máximo esplendor.
De Pastu al Bío Bío
tu ejército invencible,
llevó tus heroÍSmos,
tu augusta religión.
Cual bravas ailliykepas
'los truenos formidab1es
tu nombre proclamaron,
i en alas de los vientos
los ecos lo llevaron
desde la tierra al mar.
Amautas i haráhúecs
loaron tus hazañas,
i, kipu hech
0
de
flama~.
en el espacio inmenso
lllapa las cifró.
Pero a pesar de toda
tu sin igual bravura,
mostraste a los humanos
tu corazón de SQl :
pues que pudiendo al malo
herirlo i destruirlo,
le diste el noble amparo
de tu bondad i amor.
Por eso es que los hombres,
las aves i las fieras,
que Uirakocha etemo
dió vida i dió calor,
te aman i te veneran
por esa mansedumbre,
oh noble Huachacúyac,
digno Hijo de[ Sol.