Vo
u~
luto
pot
el
~eñor,
que
llegaremos
a
T
umpis,
i
que
~l'ás rico
i
podenno junto
a
nos–
otros,
i que
casarás
con una
princesa del Imperio
que
vamoa
a
conquis~r.
Martín Felipe sonri6. Algo
comprendió acerca de la mujer
que le prometía
~1
español . Lo
demas estaba
tan oscuro
~ra
él ....•.
Llegó
le.
noche,
i
to-dos
se
desbandaron enmedio
de la al·
gazara i
la
esperanza.
Martln Felipe
se
acerco
a
los suyos,
i
juntos
trataron
d·e
dormir.
Al día siguiente
los
españo·
les
dejaron para
siempt:e aquel
tri
.~e
lugax, donde
habían ren·
dido
la vida,
mi~rablemente.
tantos valientes, después de ha–
ber matadt>
i
saqueado
~~
peque–
ño pueblo que
había alegra<lo
ha~ta
am el solita>rio valle.
Con un
ti~mpo
por demas
tlesfavora-ble,
~lieron
de la Ba–
hía
de San Juan, La lluvia 'co–
menzó a caer, como
si los cie–
los hubieran
abierto
todas sus
rompuertas.
Los truenos
i
~
l !
'1lpagos,
i
lar. enfurecidas olas,
formaban todo un cuadro de pa–
' or;
i
los vientos
i
una roister'io–
r.a
corriente marina, empú]aba1\
1os ba;rcos hacia el Norte, tomo
rl
las deidades
tahuantj nsuyas
opusieran tenazmente
tÓdos lo'3
secretos de la Natu-raleza al
~·
t rilegio del Mqueo
i
la
de~·truc
ción del
Imperio de los Hi]os
del Sol.
El barco danzaba macabra
danza en el terrible mar, i aun•
que 'MartiR Felipe
i
sús
~o.mp;a-
ñeros estaban aeo&tumbr:ados a
ver la cólera
de los elementos,
comprendieron que
el
Sol estaba
enojado contra esa tUTba de la·
drtmes, i también
col)tra ellos
mísmo-s que, sin querel-lo,
se
ha~
bían puesto del lado de los ex–
tulnjeros..
Con este pensamiento, imi·
1aron a los blancos. cuando és·
tos cayeron de rodillas imploran•
do ¡:antamente el favo;r
i
la pie·
da<!
de su Dios.
•¡Santo
Diosl~
tened piedad
i
miseri.cordia de nos'Otros,·
cl<l·
maban 1os ex.tranjeror,
-Mama Ko-:.ha,-
clamaban
}or;
t:ahuant'insuyus~·
amaina tu
santa cóle.raL ., ,. ,
En
semejantes
circun:.tan•
clas, Pizarro ordeno
a
Bart~lo•
mé Ruiz buscase un "refugio para
los averia<los buqUe!:'.
f.l
P\l'Oto los condujo
a
l·a
pequeña lsla del Callo, a pesar
de lo belicOE'O de sU::· habitantes.
-Ciertamente creo,- exclamó
Rutt,·
que los isleños
no
~.erán
osados de nos atacar ahora que
sbmos tan numetosos.
Efectivamente.
los
is1eños
~e
retir·aron
a
los bosques, ape·
nar
se
acercaron
los
ex.:rañoc.
hombres.
Pasart:m bteves dlas; amai·
nó el temporal; los buques que•
darbn expeditos, i los arrepenti·
dos españoles volvieron ha{:erse
a la
mar , en
direc~ión
al Sur.
Ma rtín Felipe iba dominan•
do rapidarnente
~)
castellano,
como si
re~ p ondiet~
a
1
tntimo de·
::t:o
de los conquistadores; depa–
tado
por la Suerte
para ]ugat
con
)~ ~ uerte
d i>!
lgs
lnk-as, su..s