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-151-

mostraciones senciÍlas de la más

noble amistad.

~M~

gracias,-

dijo el Pilo–

to, atónito como

sus compañe–

ros ante

el principesco

regalo

que

aumentó

la insaciab!le codi-,

cia de todos los españoles.

l

ante el poco caso que el

Kuraka

i

su gente

hicieran de

sus

regalos,

se sintieron peque–

ños i avergonzados.

En cambio, quedaron mara–

villados con semejantes riquezas

i con

el

et'CaSO valor que a los

ojos de

aquellos séres

tenían;

pero ninguno ce atrevió a tomar–

las por fuerza, como en los pue·

blos ya visitados: , solamente se

relamieron, como el pe-rro a

la

vista

d~

exquit,ito manjar.

Ante la insinuación de Bar–

tolomé

Ruiz,

el Kuraka

hizo

mo~trar

a sus huéspedes los di–

versos

obj~tos

que

conducían.

Numerosos

espejo~.

de plata bru–

ñida

enma-rcado~.

de plata fina–

mente tallado; peines confeccio–

nados artístieamente;

balanzas

bastante sensibles para sus tran–

!' 7-!.Cc.ioner

en oro

i en piedras

preciosas, numerosos collares,

i

otros objetos, cuya manufactura

dejó asombrados a los hombres

barbudos.

Bartolomé

Ru.iz

trat.0 de ex–

plicarles, en

la

mejor forma po–

sible, que

eran súbdito!:. de un

J.loderoso Rei i q1:1e adoraban a

Cristo, Hijo de Dios Padre, quien

fue crucificado por nuestros pe–

cados; i terminó

exhortándoles

a que se convirtieran

<>.1

cristia–

nl{.mo.

El Kuraka

dió

también a

entender a los blancos, que ellos

eran cúbditos del Monarca más

poderooo del ·mundo; que _en su

abundante país no

ee

conocía la

miseria, i que

su Dios, el So],

velaba por

el bienestar de su

inmenw pueblo.

Los Tahuantinsuyus · venían

d-=

Tumpis, i el que manejaba la

nave se llamaba Karúnchak, del

cual

se

aficionó

grandemente

' Bartolomé Ruiz.

Toda

~a

fisonomía de Ka·–

rúnchak

se concentraba en su

nariz encorvada i sus labios del–

gados, lo ql!le le daba un aspec-

. to de fina malicia i de inteligen–

cia especial.

Como se diera c1:1enta de a–

quella afición,

se acercó

a los

extranjeros

{.in el más leve te–

mor.

-¿Adónde váisl ,-

les dijo

con bastante malicia.- Sapan ln-

1<a

no consiente

vagos en Ta–

huantinsuyu.

Pero los españoles no com·

pr-endieron todo el

signifi~ado

de

aquellas

palabras;

i

entonces

B~rtolomé

Ruiz,

creyendo que

Karúnchak se sentía halagado con

el buen trato

de los españoles,

1e

dije:

-Vente conmigo; conocerás

mi nave i en ella irás tan eéme–

do como en un palacio.

Y

o

te

dejaré donde tú me indiques.

Comprendió

el

tumpis

1,1

que el piloto quería .

Entences

le habló al Kuraka,

i después

cie

ligera c.onversación se quedó

pensativo.

Era que

el Kuraka

Kolla~

na<n habíale dicho:

-Irás, Karúnchak: te acom–

¡:;.añarán Runa

H ·1ailla

: otros