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-144-

..J

'

,

"te un pa1s prospero

civiliza·-

r·or los natura les. Temían expo·

do.

\

11er

a

Plzarro

i

a su pequeño e·

Reunidos

luego los

espa•

jército a sus

ataques, 8abiéndo–

ñoles en, Consejo de guerra, Pi-

los

abandonados.

z~rro

les habló diciendo:

El Día fue

desentumecién--

·Castellanos:

no

dudaréis

dose al Sol, cuando Pizarro i

m

ya

que estamos

a

la

puerta del

tropa abandonaron

el

campa–

País que tanto hemos buscado. mento, dejando

una minúscula

Tampoco dudaréis

de su opu-

guarnición

c.on

los prisioneros to–

lepcia i riqueza;

pero os ruego mados el día anterior.

dejarnos como

prestado

el

oro

1

Largo rato

caminaron por

recojido, para proveernor¡ de ma-

la orilla del río

i

luego ascen–

yor cantidad de gente i de

has-

dieron. una lomada

cubierta de

timentos .

Y

o os prometo pin-

frondooa vegetación .

Decendie–

gües ganancias; tanto, que os al-

ron al otro lado i se perdieron

caneen a saciar por completo.

en el

enmarañamiento de

un

Almagro contittuó:

bost¡ue cuyos

árboles

parecían

-Renunciemos todos a nues-

tocar el cielo.

tra parte, por

ahora, a fin de

Pron'to

penetraron

en un

poder llevar a cabo la conquis-

pantano, cuyos miasmas ddeté–

ta del rico Pirú, i de apropiar-

reos casi asfixiaban a los viaje–

nos de sus riquezar. De hoi en

ros.

más, sólo continuará pobre todo

El Sol

del mediodía del

el que se sienta cobarde, i ' todo

aql!lel que, por

av'anc1a, no re–

nuncie l'o presente para con ese

precio ganar el porvenir.

Muchos callaron;

pero los

más, entusiasmados,

terminaron

por vivar a su jefe.

Terminó el

com.ej

o

con el

acuerdo de que Almagro regre–

saliÍa a Panamá lleva.ndo la elo–

cuencia del oro, en busca de re–

fuerzos.

Bartolomé Ruiz, en el

c'tro buql!le,

' exploraría hacia el

St1r,

i Pizarro, estableciendo

su

cuartel general junto al río, ex–

ploraría el interior del país.

Cuando

la menguada clat>i–

d.ad

de

la

Mad~ugada

entabló

cruda guerra con las sombras de

la Noche, los marineros comen–

zaron a levar

e

1

ancla · de los

buques, temer :¡¡sos de ser vistos

trópico comenzó a calentar con

viol>encia.

Los

hombres

iban

languideciendo; cuando de pron–

to un grito de horror se oyó en

la vanguardia: un soldado aca–

baba de ser arrastrado hacia el

fango. Pizarro corrió con su tro–

pa, llenándose

de pavor a] ver

un ejército d.e caimanes que, con

las fauces abiertas i ro]as, mira–

ban a los !Joldados eon sus ojos

verdosos.

-¡Lbs caimanes! ..... - gri–

taron los hombres

pavorecidos;

aqutllos hombres que tan valien–

tes i ·crueles

se mostraban con

los má's bravos "indios".

Pero ya el

soldado había

desaparecido

dentro

del agua

estancada i verdosa, i los caima–

nes lo devoraban. . . . . .

'

De un mordisco, un tremen•