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-14l"

han visto.

Despues de una corta deli"

beración,

quedó

determinado

que al

día siguiente

partirían

todos a Panamá en busca de ví–

veres i más

gente, para poder

llevar adelante

la empresa de{

descubrimiento

conquista del

opulento Pirú.

Además era

ur.gente care–

nar el buque averiado, que tan–

to había sufrido

con tan recias

tormentas.

1 así se alejaron

los blan–

o;:os del nuevo teatro de sus des–

gracias, pensando dentro de sí.

cuán caro costaba el destello del

oro, i cuán fácilmente se trocaba

en muerte la gloria.

El retorno

lo hicieron con

viento a la popa, hinchadas la'3.

velas; i en un tiempo sumamen

1e pequeño, estuvieron

en Chi–

camac, cerca de Panamá, donde

Piza.rro resolvió esperar las noti–

c.ias i respuestas de sus dos

~·o­

cios, ante los cuales envió una

embajada presidida por su Te–

'Sorero Nico1as

de Rivera, cuyo

argumento más

importante era

la elocuencia del botín de oro,

que le serviría de introductor

i

de paje .. • . • •

-Aquí tenéis

la prueba de

la existencia

del Imperio tc.nto

tiempo buscado,-

dijo

Rivera,

mostrándoles todo el oro traído.

Bril1aron

los ojos de Al–

magro

i

de Luque, cual si estu–

vieran con fiebre, a la vista del

codiciado metal.

Lleno de

júbilo. Almagro

exclamó :

-Bien decía el Cacique Co–

magre. • . • . . 1 lo mejor es .que

los indios nos temen i nos creen

séres despegados

de.) Sol. Eso

facilitará la conquista

del fabll–

loso País.

-La conquista

no es fáciL–

dijo Rivera.- Los indios apenas

nos temen a cau:1a de nuestras

armas; pero

no creer.

sean1os

los hijos del dios Tonapa, comt;,

~.e

dice po.r Alvarado; pues lle–

gado el momento se lanzan so–

bre nosotros con la furia del hu–

racán.

En el último punto que

hemos toca<lo,

nos han matado

más de diez hombres; i rl es ver–

dad que nos d.ejaron el campo

cubierto de muertos, no es me–

nos verdad que

Pizarro mismo

es tuvo a punto de perecer a ma–

nos

d~l

jefe indio; que si no es

por el valiente Sancho de Cué–

Ilar, que le atravesó con la espa–

da, r.eguramente lo hubiera muer–

to ; mas con todo quedó tan mal–

trecho i herido, que daba grima.

Es por esto que

el Capj.tán nos

envía a vosotros para que miréis

en ayudarnos con una ayuda más

e ficaz.

Encarecemos más gente,

más víveres

i armamentos para

continuar adelante nuestros des–

cubri~lentos.

El padre Luque pensó un

m omento, i luego exclamó:

-El valiente

Pizarro

debe

venir,. Et convencerá

al Grber–

nador con este

argumento que

es inobjetable.

Dijo señalando

el botín

que

trajera Rivera.

Con este acuerdo se regreso

la embajada en pos de Pizarro.