Las momias reales
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o es posible dudar, por la abundancia de afirmaciones concordes,
que en ciertos días solemnes, como en la fiesta de
Inti-Raymi,
las multi–
tudes congregadas en la plaza del Cuzco acudían a observar los 'bultos'
de los soberanos difuntos (COBO, XIII, 10), pero a esta referencia oponen
un flagrante contraste las muchas noticias de los adoratorios y tumbas,
colocadas con frecuencia en poblaciones lejanas, y sólo puede explicarse
la contradicción admitiendo que en .el templo del Sollos sacerdotes guar–
dasen duplicados fraudulentos, o bien que se tratase de bustos o estatuas,
de las que se acostumbraba esculpir en memoria de cada Inka, conocidas
con el nombre de
wauki
(ACOSTA, V, 6). El PADRE CoBo nos brinda (lib.
XIII, cap. 10) una tabla de socorro, para salvar este paso dudoso, cuando
dice que no en todas las fiestas era obligada la exposición de los reyes
difuntos, porque
«sacaban en su lugar sus Guauques», "y en la plaza los
asentaban todos en ringlera conforme su antigüedad".
Más directamente
nos auxilia un notable pasaje de la 'Relación' escrita por PEDRO SANCHEZ
DE LA Hoz, no sólo porque su Autor, uno de los que acompañaron a Don
Francisco Pizarro y que fué su secretario, tuvo la oportunidad de recoger
noticias incontaminadas, en el propio instante de la Conquista, sino por
la naturaleza afirmativa y concreta de su memorial. Después de describir
el 'cuerpo' de Wáyna Qhápaq, conservado en el Cuzco "muy entero",
cubierto de ricas vestiduras "y solamente le falta la nariz" (...il
suo corpo
é
posto nella cittá del Cusco molto intero in volto in ricchi vestimenti, et sola–
mente gli manca la punta del naso... ),
agrega que además de la auténtica
momia, se exhiben y adoran otras imágenes hechas de yeso o barro, las
que solamente tienen los cabellos y uñas que se cortaban y los vestidos
que se ponían en vida: "...
et vi sono altre imagine fatte di stucco o creta
doue solamente sono
i
capelli et vnghie che si tagliauano, et vestimenti che si
vestiuano in sua vita, et sono in tanta veneratione presso qlle genti, come se
momias fueron
traslt~.dadas
en secreto a las
Chinqana,
especie de catacumbas que había en
el subsuelo de la ciudad, partiendo del Templo del Sol, y que con ellas fueron ocultados va–
liosos tesoros "que podían se::--vir de pábulo a la rapacidad de ese puñado de audaces aven–
tureros" (pág. 371).
Tampoco esta versión llena el cometido que el Autor le confía, porque no logra dis–
minuir las contradicciones. Hablan en contra de ella gran número de testimonios, que re–
fieren el depósito de los cuerpos en los adoratorios de familia o de ayllu, y a menudo en ver–
daderos entierros o tumbas situadas en lugares más o menos distantes del Cuzco. ¿Cómo
conciliar- por ejemplo -lo dicho por J. T. Polo en el texto de la pág. 371 que acabamos
de transcribir, con la noticia que el mismo reproduce en la página 374 (sacada de Acosta,
y acreditada por el Autor como procedente de las dos Relaciones manuscritas del Corre–
gidor Polo de Ondegardo, que Acosta pudo consultar a su placer) sobre el cadáver de Wira–
qocha que había sido ' enterrado' en Jaquijaguana, a seis
legua~
del Cuzco?