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Las momias reales

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y reunidos en tinajas; en la última línea resalta la duplicación perpetrada

por CO'Bo.

ONDEGARDO A.

Amaru Pachakuti

Yupanki Túpaq Inga t

Wáyna

id.

B.

Amaru Pach.a;;kuti

Túpaq Ingat Wáyna

AGOSTA

Wiraqochat

P achakuti

Wáyna

GARCILASO

Wiraqocha

Túpaq Inga

Wáyna

P. COBO

Wiraqochat

Pachakuti

Túpaq Ingat Wáyna

En lo que concierne al Inka Pachakuti, parece que las

ReLaciones

manuscritas de Polo, que fueron utilizadas por Acosta, consignaban que

su momia fué encontrada en Totocache, actual parroquia de San Bias

en el Cuzco, porque había sido trasladada allí desde Patallacta. Acosta

agrega por su parte, después de examinar las momias trasladadas del

Cuzco a Lima por mandato del virrey marqués de Cañete, que su estado

de conservación era perfecto

"tan entero

y

aderezado con ci erto betún, que

parecía vivo".

Garcilaso, en cambio, asigna a Túpaq Inga la momia que

Acosta ha atribuído a Pachakuti, y no vió la de Pachakuti entre los cuerpos

reales que examinara en la casa de Polo, en el Cuzco.

En definitiva, del mismo modo que hemos reconocido -

en contra

de la argumentación de GoNZÁLEZ DE LA RosA -

que el hecho de no

haberse encontrado su cuerpo no es prueba que aporte ventaja a la tesis

de la no existencia de Manku Qhápaq, rechazamos ahora, igualmente,

que pueda comprobarse la existencia carnal de Pachakuti Inka alegando

la noticia del hallazgo de su cuerpo por obra de Ondegardo, aun imagi–

nando que se desvaneciesen las incertidumbres y contradicciones que la

comparación de las fuentes descubre en tal abundancia.

Después de sopesar con cautela todas las piezas justificativas que se

aducen, nos hemos formado la certeza que

" los españoles no pudieron

averiguar con certidumbre cuáles eran los incas exhumados",

como lo asevera

el crítico e historiador peruano JosÉ DE LA RrvA AGÜERO ya en su obra

juvenil

(La Historia en el Perú,

Lima 1910, pág. 137). Un cuarto de siglo

después debía confirmar el mismo Autor que

"lo más seguro por varias

razones es que Ondegardo no pudo distinguir con certeza a qué Ingas corres–

pondían los cuerpos que descubrió" (Civilización peruana, época prehis–

pánica;

curso de la Universidad Católica, Lima 1037, pág. 109), y ambas

afirmaciones se apoyan en la autorizada opinión de JIMÉNEZ DE LA Es–

PADA.

En lo que se refiere de modo particular al Inka Pachakuti, hemos de

tener presente que no todas las relaciones llegadas hasta nosotros nos

dejan la posibilidad de suponer que el cadáver encontrado en Totocache

fuese el de este Inka.