Table of Contents Table of Contents
Previous Page  207 / 324 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 207 / 324 Next Page
Page Background

192

J.

Imbelloni: Pachakuti IX

de los 'cuerpos' de la serie de

Hanan-Qozqo

hallados por Ondegardo.

*****

Estas listas -

es oportuno recordarlo -

nos llegan por tres caminos

principales y primarios, en el sentido que sus Autores han observado per–

sonalmente los 'cuerpos'; quiero decir, ÜNDEGARDO, que los descubrió hacia

1559; GARCILASO, que los vió en 1560

y

AcosTA que los observó en 1580.

A pesar de lo cual, cada lista anda por su cuenta, sin poder acordarse con

las demás, y así logra reconocerlo fácilmente el lector, en el prospecto

que hemos compilado.

N

o hemos tenido en cuenta, por razones de sen–

cillez, las momias femeninas, pero tampoco para ellas hay acuerdo. Las

dos versiónes de Ondegardo se derivan del hecho que JIMÉNEZ DE LA

ESPADA puso una conjunción en el medio de las palabras del texto:

Pa–

chacuti

1

nga Yupanqui 1nga,

que por tal modo venían a indicar dos per–

sonajes distintos, en lugar del único que designan, conforme a la oportuna

lectura crítica de PABLO PATRÓN. La cruz distingue los restos incinerados

*****

Todos los cuerpos o momias habidos por PoLo DE ÜNDEGARDO pertenecían a la

serie de

Hanan-Qosqo,

sin excepción.

Es sabido que CoBO aumenta el número de las.momias, agregando todas las de los reyes

de la serie de

Urin-Qosqo,

con la única excepción de Mango Qhápaq.

Pero ya vimos cuál es el método que el Padre Cobo sigue en este asunto, y la duplicación

del cuerpo incinerado no se presta d e seguro para conferir autoridad y seriedad a su lista

de las momias.

HoRACIO URTEAGA, que quiere llevar la cuestión de los cuerpos reales a su dilucidación

definitiva, procede a sumar unos con otros los datos de las diversas fuentes, y particularmente

los de Cobo con los de Ondegardo, Garcilaso y Acosta, sin tomar nota de las incongruencias

reciprocas, ni de su veracidad o verisimilitud, ni del modo cómo, por ejemplo, fueron obte–

nidas las duplicaciones del Padre Cobo.

No es imputable el mismo descuido a J. TORIBIO PoLo, quien, a pesar de haber dado

por seguro -

con imperdonable ligereza -

que todos los 'cuerpos' de los Reyes y Reinas

muertos, desde Manku I y Mama Oqllo hasta Wáyna Qhápaq y Rawa Oqllo, estaban en

doble ringlera en el Qorikancha, afirma sin embargo -insistiendo de manera que no deja

posibilidad de duda -

que todo lo descubierto por el Corregidor del Cuzco comprendia

tres momias masculinas, dos femeninas y una urna de cenizas.

Considero ventajoso para el lector que conozca textualmente la nómina dada por este

Autor, que indudablemente se ha preocupado más que ningún otro de las momias reales, no

sólo mediante la consulta de las fuentes escritas, sino en la búsqueda de las mismas momias

y la dilucidación de la suerte que corrieron en la ciudad de Lima ('gastadas y medio destruí–

das', terminaron por ser arrojadas a un hoyo, en un 'corral' del hospital San Andrés, antes

de 1638). "Los cadáveres- asi dice JosÉ ToRIBIO PoLo- eran de Huiracocha, Yupanqui,

Tupac-Yupanqui, Huaina-Ccapac, Mama Runtu, mujer de Huiracocha y Mama-Ocllo,

madre de Huaina-Ccapac" (pág. 372). Más abajo insiste: "Riquezas increibles encerraban

las tumbas, y sobre todo las de los Incas, y esto lo sabian muy bien los españoles. Pero el

Corregidor sufrió chasco, y sólo encontró seis momias (más exactamente, 5 momias y 1 urna)

y no tesoros, escapándosele las otras, a pesar de esquisitas diligencias" (pág. 373-). De modo

aun más explicito, ya desde la segunda página ha afirmado que "hacia 1559 el Corregidor

del Cuzco Licenciado Polo de Ondegardo, tuvo un aviso seguro, y merced a él descubrió

las momias de tres Incas, las de dos Coyas, y las cenizas de Huiracocha" (pág. 372).