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J.
Imbelloni: Pachakuti IX
de los 'cuerpos' de la serie de
Hanan-Qozqo
hallados por Ondegardo.
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Estas listas -
es oportuno recordarlo -
nos llegan por tres caminos
principales y primarios, en el sentido que sus Autores han observado per–
sonalmente los 'cuerpos'; quiero decir, ÜNDEGARDO, que los descubrió hacia
1559; GARCILASO, que los vió en 1560
y
AcosTA que los observó en 1580.
A pesar de lo cual, cada lista anda por su cuenta, sin poder acordarse con
las demás, y así logra reconocerlo fácilmente el lector, en el prospecto
que hemos compilado.
N
o hemos tenido en cuenta, por razones de sen–
cillez, las momias femeninas, pero tampoco para ellas hay acuerdo. Las
dos versiónes de Ondegardo se derivan del hecho que JIMÉNEZ DE LA
ESPADA puso una conjunción en el medio de las palabras del texto:
Pa–
chacuti
1
nga Yupanqui 1nga,
que por tal modo venían a indicar dos per–
sonajes distintos, en lugar del único que designan, conforme a la oportuna
lectura crítica de PABLO PATRÓN. La cruz distingue los restos incinerados
*****
Todos los cuerpos o momias habidos por PoLo DE ÜNDEGARDO pertenecían a la
serie de
Hanan-Qosqo,
sin excepción.
Es sabido que CoBO aumenta el número de las.momias, agregando todas las de los reyes
de la serie de
Urin-Qosqo,
con la única excepción de Mango Qhápaq.
Pero ya vimos cuál es el método que el Padre Cobo sigue en este asunto, y la duplicación
del cuerpo incinerado no se presta d e seguro para conferir autoridad y seriedad a su lista
de las momias.
HoRACIO URTEAGA, que quiere llevar la cuestión de los cuerpos reales a su dilucidación
definitiva, procede a sumar unos con otros los datos de las diversas fuentes, y particularmente
los de Cobo con los de Ondegardo, Garcilaso y Acosta, sin tomar nota de las incongruencias
reciprocas, ni de su veracidad o verisimilitud, ni del modo cómo, por ejemplo, fueron obte–
nidas las duplicaciones del Padre Cobo.
No es imputable el mismo descuido a J. TORIBIO PoLo, quien, a pesar de haber dado
por seguro -
con imperdonable ligereza -
que todos los 'cuerpos' de los Reyes y Reinas
muertos, desde Manku I y Mama Oqllo hasta Wáyna Qhápaq y Rawa Oqllo, estaban en
doble ringlera en el Qorikancha, afirma sin embargo -insistiendo de manera que no deja
posibilidad de duda -
que todo lo descubierto por el Corregidor del Cuzco comprendia
tres momias masculinas, dos femeninas y una urna de cenizas.
Considero ventajoso para el lector que conozca textualmente la nómina dada por este
Autor, que indudablemente se ha preocupado más que ningún otro de las momias reales, no
sólo mediante la consulta de las fuentes escritas, sino en la búsqueda de las mismas momias
y la dilucidación de la suerte que corrieron en la ciudad de Lima ('gastadas y medio destruí–
das', terminaron por ser arrojadas a un hoyo, en un 'corral' del hospital San Andrés, antes
de 1638). "Los cadáveres- asi dice JosÉ ToRIBIO PoLo- eran de Huiracocha, Yupanqui,
Tupac-Yupanqui, Huaina-Ccapac, Mama Runtu, mujer de Huiracocha y Mama-Ocllo,
madre de Huaina-Ccapac" (pág. 372). Más abajo insiste: "Riquezas increibles encerraban
las tumbas, y sobre todo las de los Incas, y esto lo sabian muy bien los españoles. Pero el
Corregidor sufrió chasco, y sólo encontró seis momias (más exactamente, 5 momias y 1 urna)
y no tesoros, escapándosele las otras, a pesar de esquisitas diligencias" (pág. 373-). De modo
aun más explicito, ya desde la segunda página ha afirmado que "hacia 1559 el Corregidor
del Cuzco Licenciado Polo de Ondegardo, tuvo un aviso seguro, y merced a él descubrió
las momias de tres Incas, las de dos Coyas, y las cenizas de Huiracocha" (pág. 372).