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176

J.

Imbelloni: Pachakuti IX

de Bias Valera y Montesinos sabemos que era el período que

habíase iniciado con el establecimiento de la monarquía del

Cuzco. No podemos valuar con calculaciones exactas la du–

ración de ese lapso, y nos conviene aceptar los 500 años del

cómputo de Montesinos, confirmados más bien que objeta–

dos, por las fechas de Buenaventura Salinas. Esto sí, sabemos

muy bien que el vencimiento que se aproximaba era el

go

Pa-

. chakuti, es decir, el jalón siguiente al

So,

que había señalado

la llegada al poder del primer Inka. Y como la distinción de

Montesinos entre los Pachakuti 'milenarios' y los 'interme–

dios' representaba sólo la creencia de algunos sabios, y no de

la generalidad (comp!endiendo en ella a los informantes de

Bias Valera, quien confunde el concepto del Sol con el del

Pachakuti), es natural que una porción del pueblo estuviese

a la espera angustiosa del cataclismo.

¿Qué es ésta pura invención nuestra,

y

prueba alguna

aparece en las piezas historiográficas? El que esta objeción

hiciera, mostraría no saber valorar en el terreno reconstruc–

tivo los restos documentales referentes a dos temas que se

encuentran engastados con frecuencia considerable en casi

todas las Crónicas del Inkario. El primero es la referencia

a las inundaciones, pestilencias, mortandades, etc., de que

ya nos hemos ocupado en nuestra Segunda Parte, y el segundo

consiste en los testimonios de profecías, terror pánico y re–

vueltas populares. El primer tema no es necesariamente histo–

riográfico, sino la expresión de la propia creencia, objetivada

a raíz de un fenómeno bien conocido en la mitografía de los

pueblos. El segundo corresponde al interesante motivo que

Garcilaso denomina 'el Pronóstico', y que serpentea a guisa

de idea dominante en las Crónicas del Perú, no menos que

en la documentación de México y

Yucatán~

aunque - en

verdad - ostenta su desarrollo máximo y más sistemático

en los libros de

Chilan Balam

y las

Profecías M aya

(véase

Religiones de América

No

5). La diferencia entre las fuentes