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J.
Imbelloni: Pachakuti IX
de Bias Valera y Montesinos sabemos que era el período que
habíase iniciado con el establecimiento de la monarquía del
Cuzco. No podemos valuar con calculaciones exactas la du–
ración de ese lapso, y nos conviene aceptar los 500 años del
cómputo de Montesinos, confirmados más bien que objeta–
dos, por las fechas de Buenaventura Salinas. Esto sí, sabemos
muy bien que el vencimiento que se aproximaba era el
go
Pa-
. chakuti, es decir, el jalón siguiente al
So,
que había señalado
la llegada al poder del primer Inka. Y como la distinción de
Montesinos entre los Pachakuti 'milenarios' y los 'interme–
dios' representaba sólo la creencia de algunos sabios, y no de
la generalidad (comp!endiendo en ella a los informantes de
Bias Valera, quien confunde el concepto del Sol con el del
Pachakuti), es natural que una porción del pueblo estuviese
a la espera angustiosa del cataclismo.
¿Qué es ésta pura invención nuestra,
y
prueba alguna
aparece en las piezas historiográficas? El que esta objeción
hiciera, mostraría no saber valorar en el terreno reconstruc–
tivo los restos documentales referentes a dos temas que se
encuentran engastados con frecuencia considerable en casi
todas las Crónicas del Inkario. El primero es la referencia
a las inundaciones, pestilencias, mortandades, etc., de que
ya nos hemos ocupado en nuestra Segunda Parte, y el segundo
consiste en los testimonios de profecías, terror pánico y re–
vueltas populares. El primer tema no es necesariamente histo–
riográfico, sino la expresión de la propia creencia, objetivada
a raíz de un fenómeno bien conocido en la mitografía de los
pueblos. El segundo corresponde al interesante motivo que
Garcilaso denomina 'el Pronóstico', y que serpentea a guisa
de idea dominante en las Crónicas del Perú, no menos que
en la documentación de México y
Yucatán~
aunque - en
verdad - ostenta su desarrollo máximo y más sistemático
en los libros de
Chilan Balam
y las
Profecías M aya
(véase
Religiones de América
No
5). La diferencia entre las fuentes