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174

J.

I1nbelloni: Pachakuti IX

kuti IX, en las figuras de Wiraqocha (100°, VII) y Túpaq

Yupanki (101

o,

VIII).

Si queremos quedarnos dentro de los límites angostos de

la primera época de la Colonia, recordaremos que la entidad

del

Pachakuti

se encontraba transferida a un soberano, por

el hecho que cuando los nativos recitaban las listas de reyes,

constituídas (al modo de las que llegaron hasta nosotros) por

· diez nombres reales y un Pachakuti, ya habían terminado

por contar este último como nombre de una persona, es decir,

del11

o

rey.

Si, en cambio, es nuestro deseo remontarnos más alto

en el tiempo, encontramos una época, de poco anterior a la

Conquista, en que todavía estaban en vigencia las antiguas

ideas fundamentales de la sabiduría y la religión del pueblo

peruano, y el vocablo

Pachakuti

conservaba el concepto de

conmoción de la tierra y de la humanidad:

'truécase la Tierra'

según su significado literal. No tengo para qué repetir lo que

sobre el valor de esta creencia he escrito en distintos lugares,

y de manera sistemática en la sección

Religiones de Amé–

rica

N

o

1O destinada a ilustrar y analizar la doctrina de

Las

Edades del Mundo.

Me limito a recomendar al lector que

lea atentamente las noticias historiales reunidas por Guaman

Poma en la página que dedica a Pachakuti, y que transcri-

Llégase, por e:ste camino lógico y preciso, a dar razón de la tendencia

geminativa de Garcilaso, que indudablemente procede de· motivos tradi–

cionales que le fueron confiados por los miembros indios de su familia

(e igualmente a Betanzos), pero sin que los acompañase una clara con–

ciencia del respectivo significado. En la

IIa

Parte hemos puesto suficien–

temente de relieve la insistencia con que Garcilaso sostiene que fueron

Pachakuti tanto Wiraqocha como su hijo y sucesor, lo que es cosa absurda,

en el terreno de .la historiografía positiva en que ese Cronista se coloca,

como son absurdas sus justificaciones verbalistas y fantásticas. Lo con–

denable, en substancia, es su insinceridad al brindar tales explicaciones,

y no la antigua bilateralidad del Pachakuti-jalón, que ya no lograba ser

explicada.