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J.
Imbelloni: Pachakuti IX
líneas yace petrificado. No sólo buscaremos tales testimonios
en las biografías de Wiraqocha, o de sus inmediatos prede–
cesores y sucesores (en fuerza de la transposición 'genérica'),
sino en las vidas de todos los soberanos coordenados por
medio de correlaciones y homologías (en virtud de la transpo–
sición 'rítmica'). Este último procedimiento constituye una
ayuda substancial y providencial en un asunto de tan difícil
· y delicado tratamiento. Para decirlo con ejemplos, no será
únicamente de las biografías de Yáwar Wáqaq, Inka Yu–
panki y Túpaq Yupanki que ensayaremos extractar los fun–
damentos apetecidos, sino también de la biografía de Lluki
Yupanki, y las de todos los soberanos que las más o menos
adulteradas páginas de Montesinos y los pocos residuos de
Bias Valera permiten asignar a una o varias antiguas fuentes
tradicionales que referían la historia de los nueve Pachakuti.
romanas, de I a XI) con el fin de interpretar correctamente las indica–
ciones de ambas fuentes (BLAS VALERA
y
FERNANDO DE MONTESINOS)
con respecto al último de los nueve Pachakuti.
Las señalaciones de este Pachakuti, miradas superficialmente, mues–
tran la diferencia de un eslabón, ya que Valera señala con la designación
de Pachakuti IX (ver columna
a)
al 101o Rey (VII), Ttitu Túpaq Yu–
panki, mientras Montesinos coloca la señalación del milenio en corres–
pondencia del soberano anterior, el 100° Rey (VIII), Wiraqocha.
Correctamente analizada, sin embargo, la diferencia no existe, porque
ambos Autores coinciden en la cesura, que debe colocarse entre el 100o
y
el101 °. Con el reinado del primero, en efecto, se considera cerrado uno
de los períodos cronológicos peruanos, que para Montesinos es un mile–
nario,
y
lo dice explícitamente: "el tiempo de su reinado, fin del VI Sol"
(cap. XXIII, primeras líneas), en donde conviene corregir el número or–
dinal montesiniano, como lo hemos hecho en nuestra Memoria de 1940.
Con el reinado del sucesor, en consecuencia lógica, se abre el milenario
siguiente, con la. renovación de la vida cósmica y de la política; Valera
lo distingue con el nombre de Pachakuti IX, es decir, del que abre el 9°
período 'intermedio', que se sitúa en la mitad del quinto 'gran período'
americano, correspondiente al VI del Mundo, de acuerdo a la arbitraria
composición bíblico-peruana perpetrada
por
Montesinos.