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168

J.

Imbelloni: Pachakuti IX

de los reyes Inka, y en particular de la saga del Yupanki (

27 ).

Sugiero más bien, a mis probos y agudos lectores, que abran

un ejemplar de la

Suma

y

narración,

preferiblemente la ní–

tida edición príncipe de 1880,

y,

poniendo el dedo en la pá–

gina 18, que es como la soldadura entre la profecía de los

agoreros y su demostración histórica prometida por Betanzos

al final de la 17, consideren el papel de transición que desem-

. peña esa página 18 presurosamente llenada con la genealogía,

a guisa de umbral del conjunto de las páginas 19-138 (es

( 27 )

En una formulación abreviada, puede decirse que los 'temas'

característicos de la

biogr~fía

del Yupanki, prescindiendo de los militares

y

dinásticos que tan ampliamente hemos tratado, son los que figuran en

este prospecto, dispuestos en dos grupos, en atención a su tonalidad

y

cualidad:

I

1) el Inka intensifica el culto del Sol

y

apresta sus templos

2)

pánico popular en el Cuzco

y

congreso de sabios

y

adivinos

3)

se aparece al Inka la "fantasma", que predice las vicisitudes de

la monarquía

4)

transformación de piedras en hombres: los

Pururauka

II

a)

renovación del ciclo cósmico llamado año solar, o Sol

(Intipwata)

b)

tinieblas, señales celestes que anuncian el fin de Edad

e)

el 'pronóstico' anticipa las calamidades del término del ciclo

e)

transformación de los hmnbres en piedras

El que deseare llevar adelante el análisis, prontamente vería que se

trata de dos relatos, el primero compuesto de elementos realistas, o al

menos conexos con la realidad supuesta de la historia del Cuzco,

y

el

segundo de elementos místicos, que se derivan de la antigua concepción

del Mundo. Y como los motivos que componen el primer relato se encuen–

tran íntimamente vinculados a los del segundo, de tal modo que el desa.rro–

llo de ambos conjuntos puede estimarse paralelo, surge legítimamente la

sospecha que se trate, en el fondo, de una cosa sola, esto es, de una na–

rración que ha adquirido el aspecto historiográfico, a pesar de que su

naturaleza original fuese

de

orden místico.