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La crisis de 1435

173

En la biografía oficialmente atribuída a Pachakuti IX

confluyen tres componentes principales: 1

o,

el drama humano

y

dinástico; 2°, los ' acontecimientos casi ciertamente verí–

dicos de la rebelión y guerra Chanca;

y

3

o,

el complejo cro–

nológico y mitográfico conexo con el nombre de Pachakuti,

que a su vez fué, él mismo, causa y fuente de acontecimientos

históricos. De las componentes 1

a

y

2a,

ya se ha dicho a sufi–

ciencia; quédanos ahora por coordenar los conocimientos

adquiridos con respecto a la

3a,

en unión con los fundamentos

historiográficos que se presenten congruentes.

Es indudable que si Valera por una parte

(Relación,

p. 173)

y Montesinos por la otra

(Memorias,

cap. XXIII) ponen

una cesura entre el 100° Inga, Wiraqocha (VII) y su sucesor

101

o

Ttitu (Túpaq)

Yupan.k~

(VIII), es necesario reconocer

que entre ambos se coloca un jalón de la cronología perua–

na (

2 9 ),

la que - como se ha dicho repetidamente - tuvo

el único medio de las notaciones genealógicas para señalar

el recorrido de los períodos, al mismo modo que lo hicieron

los antiguos Egip.cios, Caldeos y Hebreos. Montesinos dice

explícitamente que con Wiraqocha se termina el milenio;

Valera señala a su sucesor Túpaq Yupanki con el apelativo

de Pachak.uti IX. Ya sabemos que el Pachakuti, como ter–

minación de una era y comienzo de la siguiente (en crono–

logía) y como catástrofe terminal de Edad y renovación de

la Vida y la humanidad (en la intuición del Mundo) goza

de la doble prerrogativa de representar el Fin y el Principio.

Vimos en Montesinos un Pachakuti III duplicado en dos

figuras humanas, los reyes Maraskhu (26°) y Paullu Atauki

Qhápaq (27°), y vemos aquí nuevamente (

30 )

a dos Pacha-

(3°)

Estos dos casos son ciertamente los más claros, pero de ninguna

manera los únicos en que se manifiesta la antigua creencia de los nativos,

que a cada cesura de la lista correspondiesen dos encarnaciones del Pa–

chakuti, la primera que simboliza el final de un período cosmogónico o

simplemente político,

y

la segunda el comienzo del nuevo.