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•·

bres

se

ágárrai'l

cómo

pueden

para resistir ·el

peso

'tormi–

dable que amenaza arrastrarlos.

De súbito, a causa del rooe con la roca, el cable se corta

y los que tiraban de él caen de espaldas; ·f.eUzm,ente, los

que

~je-taban

·el tronco resisten. Vue1ven a unirse loo dos

cabos de cuerda

y

prosigue el peligroso trabajo, hasta que,

después de muchos obstá<!ulos y angustias, el triunfo corona

1

la tenacidad: el madero toca a la cumbre ·entr·e aplausos

y

·

aclamaciones de la muchedumbre. exhausta por la fatiga

y

las e·.mociones, mientras la orquesta toca el himno nacional,

que ·el eco del valle repite mH ve-c·es.

Ha llegado el momento solemne. Los indios reunidos a

la derecha, ataviado.s con

sus

galas de vivos

oolor~es,

forman

un conjunto pintoresco semejante a un arco lris; los niños,

con sus estandartes flotando al viento, forman· corro alre- .

dedor de los músicos · en una altura cercana. Los obreros

se

encuentran al

pi~

de la obra. La multitud guarda un

profundo sUencio. ,

Resuenan los últimos golpes de barrenos que abrieron

en

la

roca un boquerón ·de un m·e,tro de profundidad.· Se

oyen los últimos martillazos sobre los brazos de la cruz.

To–

do en ·este. momento: los cables, la cruz tendida sobre la

roca, los

hombr~es

que

se

agitan a su alrededor, evocan tan

vivamente, en esta ·cumbre aislada, la escena del Calvario,

que un escalofrío recorre por todos los asist-entes.

Después de hora y media de rudos

y

p~ligro.sos es~uer­

zos,

el

santo símbolo de la .Redención se, ye!gue en la cima

y

se desliza dentro de

su

secular pedestal; l'o.s

dos

brazos

se

extienden sobre el valle, a 700 metros sobre el nivel del

pue'blo; en e:Hos

re

ha .enrol·lado un litenzo blanco de cinco .

metros de largo, qne es batido por el viento como estandarte

triunfal. .Una explosión de

~legría

y de amor lo saluda.

,

Inmediatamente; los indios adornan la cruz con guir–

naldas de flores fragantes, y los cuatro padrinos, previam·en–

te elegidos, se arrodillan ante ell:a con cirios encendidos,

mientras e:l sa·cerdote·, evocando. a un

sa~crificador,

bendi·oe

ritualmente el símbolo de nuestra salvacióh.

......

En seguida estallan los petardos, la música lanza al es-

paeio acordes de victoria, un solo cá,n tico se alza de todos

los corazones, y ascienden los 700 fieles hasta la cruz para

besar, llenos de f·e y d·e amor, el made·ro bendito.

Són las tres de la tarde. ¿No será tiempo de conce'de·r

un descansa al cuerpo, ag<:>tado por ·el trabajo y el ayuno?

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