piel·es de .culebras, huesos de zarigüeyas, pezufias de .corzo,
sapos y otras sabandijas repulsivas. Los habitantes de la
comarca acudían a consultarlo como sf' se tratase de un
profeta.
Tuvieron conocimi-ento de -esto nuestros misioneros y re–
solvieron ir se.cretamente hasta la guarida. para convencerlo
de renunciar a su ofic'io de impostor; pero fué advertido a
tiempo por uno de sus adeptos, y, ·encerrando .sus tra:stos en
un saco que co1ocó a lomos·de un jumento, huyó antes de que
negaran los sacerdotes.
Estos brujos practican su ciencia augural valiéndose de
una enorme a:rafia peluda ... , y para interpretar .los suefios
de una peJsona deben dormir. con la cabeza\ apoyada sobre
un. ·cadejo de sus cabellos, o al m·enos, sobre uno de sus ves–
tidos ... ; el flúido ,que ·de ello .se desprende ilumina y agu–
diza- .su in teligen<!ia.
.Ejercen su .nefasta influencia mediante tres distintas
maneras:
Ante todo, por medio de los sortilegios.
Por ejemplo: el mago pulveriza finam.ente un poco de
tierra y
lo
·esparce .en el suelo, en un lugar aislado. En
seguida, cubriéndose la espalda con un ·caparazón de ar–
madillo, pronuncia ·estas malligna.s palabras: "Que sobre el
rostro, cuello y manos de tal persona
&e
pinten tantas man–
chas :rojas como montones de polvo
h.'
ay en la ti·erra". Y el
deseo del brujo se reaUza, porque ·sobre la piel del individuo
objeto del maleficio aparec·e una cantidad de efélides, muy
semejantes a pequeñas quemaduras ...
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Algunos de estos magos ejercitan sus di-a.bólicos poderes
no sólo por venganza, sino única y exclusivam-ente con el
afán de hac-er daños y ef·ectúan su intento a su capricho
y voluntad. En cierta ocasión, las víctimas de uno de estos
malhechores se apoderaron de él y lo quemaron vivo, dos
días antes de la llegada de los misioneros, a quienes conta–
ron la hazaña, ·creyendo haber realizado una buena acción.
· En otra ocasión, una india: a
~quien
su marido maltra–
taba a menudo, fué a consultar a uno de e:stos bribones;
éste tomó un muñ,eco de forma humana y lo clavó en di–
ferentes sitio's, con largas espinas de cactos, y, ¡oh desgra–
cia!, en la tarde de aquel mismo día el indio soe sintió presa
de agudos 'dolores, como si lo clavaran con muchos _alfileres,
precisamente en los
1
ugares donde el brujo había h unclido
las espinas.
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