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tan pequeñ.o

.y

despreciable, que ·no vale la pena que. os ocu-

péis de mí".

*

Todas estas viejas supersticiones. han sobre-vivido. En nues–

tros días, aun existen magos. Hace cerea de treinta.

~ños,

un indio que habitaba· en la localidad de Casma, capital

de provincia, declaró poseer poderes sobrenaturales.

Propuso a una joven india que lo imttara en su tene–

broso arte; asegurándole que adquiriría los mismos mara–

Villosos poderes de que él disponía: matar a sus

~nem'igos,

a largas distancias; privHegio para volar

y

para hacerse

/

invi.sibl~;

descubriría los secretos ajenos

y

los .obje:tos des-

.aparecidos ... ; pero para ello le imponía dos condiciones

draconianas: debía renegar de Dios

y

no pronunciar }a·más

· los nombres de Jesús ni de Ma·ría,

y,

a título de ensayo, co–

meter un fratricidio, mediant-e ci-erto sortilegio ...

''El

día

.

'

de tu

cons.agra~ción

-le decía ·el satélite de Satán-. te em-

bestirá un toro, lanzándote por 'los aires,

·y

las serpi-entes

vendrán a enrollarse alrededor de tu cuerpo;

~n

este mo–

m-ento deberás gritar: "Sin Jesús

y

sin María",

y

no sufri–

rás dañ-o alguno. . . ES'tas deben ser siempre tu:s. palabras

favoritas, sin las cua1es no podrías· a·lcanzar ningún a tri-

buto superior."

·

La indi·eeita, horrori.zada, rehusó lo que se ·le ofrecía a

cambio dertanta blrusfemia

y

de la abjuración de su propia

fe,

y

corrió a contar el hecho a uno de nuestros milS'ioneros.

Los hechfcero:s. quichuas se dividen en tres

cat~e:gorías:

unos, profundan}.ente diabólicos,

m~nU.enen

trato con s-a–

tanás

y

adoran ídolos vivi-entes, tales como gallos, S'erpien–

-tes, sapos; dan a -estos por origen un huevo de pata,' incu–

bado duran

te

un mes entre las cenizas caltentes del hogar

de sus' cabañas. Los ,segundos sori hombres-pájaros, que

de~pués de repetidas invocaeiones a los espíritus inf·ernales, se

lanzan al espacio, donde pueden evolucionar ·a

su

antojo.

Por último, quedan los simples adivinos, o brujos, que in–

terrogan a las montañas.

Uno de éstos habitaba en Carhuanca (águila amartlla).

Era casi lisiado

y

vivía en una choza miserable que había

conv-ertido en un verdad·ero antro de brujería. Se dedicaba

a invacar a los genios de lo.s volcanes

y

contaba con nume–

rosa clientela. En el interior de su cabaña podfan verse hi–

I~eras

de

ti~estos

y

calabazas ·donde conse-rvaba innum-erables

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