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la mayoria
de
los Cásós, estos
pontiflc.es
de
Satán em–
plean la superchería; por ej-emplo, ·cuando entran a sus
cavernas manifestando que s.e disponen a interrogar a los ·
espíritus, cuyas respuestas .son
clara~ente
oídas desde afue–
ra, no ·efect:úan sino un sencillo acto de ventri1oquia.
He a.quí una de aquellas -sesiones de ·Charlatanería re–
latada pÓr un testigo pre:sencial de la .escena:
En una ocasión, una india acomodada pe_rdió, un mag–
nífioco novillo. Para encontrarlo re&olvió consultar a un adi–
vino.
En
la tarde de aquel mismo día, uno de los brujos de
más renomb1 ·e llegaba hasta su hogar. Se instaló en una
pieza y pidió que le trajeran una m·esita cubierta de rega–
los, con la evidente intención de ha:agar al espíritu qu-e
iba a invocar: flor·es, vasos de :vino, maíz, queso, biz,cochos
y
UI)
paquete de co-ca. No había duda de que, ofreciéndole
semejan
te:s.
cosas, el genio
~e
mostraría complaciente y co–
municativo.
:Ouando todo estuvo listo, colocó cuatr·ó velas en las es-:
quinas de la mesa yruna quinta al c·entro; en seg}lida las
encendió y, de pie, con
los
brazos extendidos hacia las cum–
bres del Orient·e, invocó al espíritu que ahí ·reina. Al cabo
de un ,momento, con un
e~treme·cimi·ento
de todo su ser;
anunció la
p.~.oximidad
de aquél. D
1
e1Spué:s de pedir silencio
absoluto,
se
cubrló completamente con una manta e hizo
apagar las luces.
Poco después, un sopl.o de viento pasó sobre la asambl·ea:
el genio ya estaba
allí~
invisible en las tinieblas, y el siguien–
te diálogo .se
de~arrolló .
·entre el ·invocado y su invocador:
-Espíritu de la monta{ía,
¿
er·es tú?
-Yo mismo, puesto que tú me has llamad,o.
-¡Ah! Yo te saludo y te adóro, y te ruego que -te dignes
~recibir,
como un homenaje, estos
o~bjetos
que te obsequra
la dama de esta casa.
-· Acepto estos regalos. M.·e gustan y los llevaré conmigv
a mi templo subterráneo: . . ¿;Qué desean? ...
Y así, en dors distintos tonos,
c~on
tinuó e1 ·coloquio en
tr~
los , dos personajes. ¡Y cuán benévolo s-e mo:stró el genio!
Reveló el lugar preciso, en u'n valle cubierto de árboles, don-
r
de ·encontrarían el animal desapare·cido.
El mago le dió las graeias en nombre de la dueña de
casa; en ooe instante se e.srcuchó un ruido de alas en el
sHencio de la pieza: el
genio
emprendía
el
vue1o.
Siempre cublerto. con la manta, el brujo pidió que en-
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