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Antes hablé
d~
las peineta.s;
~on
todas de
cuerho,
de
1
dientes finos y apr·etados. Naturalmente, están bien lejos
de ser objetos de lujo entre . los quichuas, cuyas cabelleras
'
.
· se encuentran siempre pobladas. Por lo demás, entre eUos
no es una vergüenza tener parásitos tal como no lo es para
sus selvas :el tener monos. Las mujeres
de~pioj_an
a sus hijos,.
sus amigas y sus vecinas;- con la l}layor sencillez, tanto en
público como dentro de· sus chozas. ¡1Cuántas vec-es las vi
empeñadas en esta tar·ea duran
te
mi ·estadía en Ayacucho!
Sentadas sobre el umbral de la puerta, dos de estas .
Dianas cazadoras re·corrían la selva de ·cabellos que-- -les
presentaban, tendidas junto a ellas; una niña y una co–
madr·e. Sin embargo, no llevaban su tarea al •extremo de
.1
mascar las presas extraídas de aquellas
maraña~,
como ias
indias del Ecuador.
.
¿Cómo se las arreglarían los fabricantes de peinetas
para confeccionar su:s
i~strumen
tos? Mi curiosidad, secun–
dada por una feliz suerte, me nevó a l:a prisión- de Aya–
cucho, donde uno de esto.s industriales espiaba algún des-
conocido pecadillo.
'
·
Cuando entré al patio de la penitenciaría, el indio se
encontraba precisamente entr·egad<>' a su labor. Sentado so-
"
bre un piso de madera, coge un cuerno de carnero, aserru-
cha un trozo de la base, extrae con un gancho de fi-erro la
médula medio
s~eca,
y
en seguida hace un tajo a lo largo
del cacho. Lo toma luego con una pinza
y
lo expone a la
nania. de una ' ·estufilla. Para ablandarlo más, ·lo calienta
hasta quemar toda la corteza. En
ese
momento introduce en
el corte una larga tijera; de este modo entréabierto, agarra
los bordes con dos tenazas, los separa después con la fuer- .
za de sus puños y sobre una piedra plana machaca .el cuerno
con un mazo.
·
De este modo obtiene una lámina ·en bruto, cuyas -as–
perezas, ligeramente tostadas, va retirando con una pequeña
azuela. Le da entonces el l1argo reglam·entario, lima ambas
partes para adelgazarlas, y los bordes laterales, redondeán–
do~O$
ligeramente; los pule con un trozo de vidrio y final-
. mente con úna lima de oobr·e.
Ya no -faltan sino los dientes; los corta con un
s~rrucho
delgado, pero sin afiil.arlos, por falta de-instrumentos apro–
piados.
El
uso se encargará de ello.
- 1
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