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d~dor:
m'Ujeres
y ··
niñas llevan sobre las
espa1d~s
los ob–
jetos que desean vender, no obstante ·el peso a v-eces abru–
mador -de
Ia
carga y la distancia a menudo de
varia~
le-:-
, guas. Si el marido presta en alguna ocasión sus espalda$
p-ara transportar un bulto demasiado pesado, lo deposita en
el lugar requerido y se eclipsa en e-1 acto.
Quinientas ¡indias
se
·encuentran reunidas -en el mer–
·Cado; , se agitan constantem·ente, cruzando ·en su ir y veDir
~-os
vivos color·es de sus vestidos. Se efectúan las compras, y,
· sin embargo., no
se
oye un grito, ni
un~
disputa. o siquiera
una conversación exa:ltada; -apenas un ligero zumbido de
/
comadr·es que s·e saludan, se -comunican noticiaS de la fa-
milia ·e i-mpresiones personales.
Nada de :balanzas, -metros ni medidas; las c-osas se va–
~orizan
por unidades, tantos puñados o pulgaradas. Un -mu-
1do y .recíproco entendim.iento basta ·para la r-ealización del
negocio.
He aquí una jov-en: lleva
~en
la mano cuatro
~úcumas
del tamaño de un:a
cirue·l~a
y sin pronuncia_¡r una pal3.!bra
las ofrece a una vendedora. Esta las mira y da vue·lta la
cara, lo que quiere decir: "no hay sufieientes". La cliente
agrega otra; la v·endedora no
se
mueve. ·Entonces la mu–
chacha :agrega una sexta lúcuma. La
int·e-res~ada
examina
·."entonces las frutas, las palpa una por una, las encuentra
~a
:su
gusto,
las introduce en una alforja y espe·ra que la
moza solicite el pa;g.o.
·
Esta indica oon el dedo un
puña~do
de maíz amarillo,
y ..se coJoca ·en cuclillas enfrente, sin tomarlo;
gesto
que
significa: "el montón
es
insuficiente". Al cabo de dos o tres
minutos de impasibi-lidad, la vendedora echa encima si·ete u
ocho granos
m~s.
P:ero la joven no
se
inmuta y
se
ha·ce la
distraí_da. Finalmente, y de mala gana, la vendeqora agrega
otros cinco o seis granos. La compradora, inmóvil como una
estatua, murmura .entre di·entes. Pero la otra, los ojos per–
didos -en una vaga
lejanía ~
hace un leve gesto negativo con
la cabeza. Ya es inútil insistir: la mucha.cha re·coge ·el maíz
grano por grano y S'e marcha. Las negociantes no han cam-
biado una sola palabra
entr~e
e-llas.
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-
Más
allá, una india ya anciana s1e acerca a .una ven–
dedora de frutas,
se
s:i·ent-a en el suelo, con una mano ofre-ce
tres huevos y con
l:a
otra señala los montoncitos de ·nueve
patatas. La v·endedora. hace una señal
d~e
asentimieri.to. La
~
cliente ca,lcula con los ojos la importanci.a ·de los monto-
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