por un hueco aun más estrecho de la caña, para limpiarlas
mejor. Esta vez las dejará durante 48 horas en una lejia
de cenizas. Después de esto volverá a estrujarlas en la mis–
ma forma anterior, pasándolas
~r
un hueco ·esta vez de
apenas 3 milímetros, con lo que desaparece hasta l·a menor
impureza. ,
En este momento tt·ene
~nas
vein
te
tripas ya comple–
tamente limpias, las lava con agua fresca
y
las lleva a l·a
máquina de torcer, obra de su ingenio.
Es un bastidor
~on
dos caballetes. El de la derecha sos–
.
tiene una rueda de madera de 38 centlm·etros de ancho y
provista de una manivela. Sobre la .estria, dos hilos hacen
·las veces . de correas de transmisión y van a enrollarse en
dos bobinas de costurera, colocadas al frente_sobre el caba–
llete de la ·izquierda. Su e}e es un grueso al,am·bre que las
.a
traviesa. .En el lado externo
se
obsef!Van dos pequeños
cro–
chets.
El indio prende a éstos el ·ext·r,emo de una tripa; anuda
a ésta una .segunda, y así hasta
~inco,
y luego fija el otro
extremo a un puntal. Si quiere obtener un sonido agudo,
agr•ega ·a sus quince metros de intestino otra serie igual. Si
desea- una nota mediana, tiende una tercera al lado ·de las
otras
dos
tripas, y para la baja coloca una cü:arta.
En los tr·es casos, apenas las tripas, húmedas aún, es-
...
,
tán bi-en estiradas, el iridio hac·e girar la manive·la de la
rueda: los l,lilos de transmisión comunican el movim:iento
rotatorio a las bobinas, que, de este modo, tuercen unifor–
.memente las
t~ipas.
Pero ---"detalle muy 'i'mportante- est.a
o~raclón
no da buenos resultados sino bajo un c'ielo, nu–
blado, pues el sol podría ·ennegrecer los intestinos.
Cuando termina la operaci·ón de torción, el ind'io seca,
comprime
y
pule la cuerda, durante u.n largo rato, con--un
puñado de crines de cola de yaca, y finalmente la deja,
bien estirada, por tres o ·cuatro días al sol.
CAPÍTULO IV
El q1Jichua en e.t .comercio
y
el
me~cado
En la época incai·ca el ·comer·cio exterior se ef.ectuaba por
medio de balsas q
ue bordeaban las ·costas hasta el Ecua–
dor y aun hasta el
istmo.de Panamá y las playas m·exicanas,
lo que no dej:a de ser una proeza de audacia y coraje. En
estas embarcaciort·es llevaban tel:as, alfarerí1a, obras en me-
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