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calculan, según su ·experiencia, las diferentes dosis 4e orines,
-de churre y vegetales.
Las prec~ uciones esenctales son: cubrir cuidad~samen te
las lejías mi.entras no se la.s usa y secar las telas a la som–
bra, salvo las J?.·egras y las a.zules.
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Fuera de los géneros tejidos a telar, ~los indios del altipla–
no fabrican también originales tapices con la pi·el de las
alpacas. Este animal, de la especie de los cameHo:s, es del
tamaño de un ·carnero grande y se le encuentra en estado
de semidomesticidad en las regiones andinas del Perú y Bo–
livia. Vive .en i~poFtantes rebaños, ·entre tres y cinco mil
metros de altura. Una v·ez al año, los quichuas de estas ele–
vadas 'zonas se reúnen por centenares y hacen batidas para
conducir a las alpacas dispersás hacia unos vastos parques
r-odeados de muros de adobes. Una vez reunidos los anima-
1es, proceden a e~quHarlos, a ·excepción de cierto número
de machos que matan dejando intacta la piel.
Esta es negra, blanca o jaspeada, y los pelos ·alcanzan
una longitud de diez a catorce centímetros. Algunos anima–
les tienen, en parte, un color gris_·o castaño.
Las pieles oo curten según ·el prooedimien:to indígena
que más tarde describiremos; después se las , v·ende ~omo
colchas o se las entrega a tapioero.s profesionales. He aqui
cómo se las curte, según pud·e observar en la prástón de
Ayacucho. -
Ante todo, ablandan en agua fria las pieles se·cas y ri-
' gidas ~que se han recibido; luego, c·dn unas pinzas -hojas
dobies de zinc redondeadas y ligeramente afiladas-, arran–
can los pequeños trozos dérmicos que han quedado adheri–
dos al 'interior d·e1 peUej o. Una vez bien limpio, e-mpapan
el cuero en aceite de lino, .lentamente y ·con una almo–
hooilla suave, y luégo proceden- a realtzar las obras más
variadas.
El artista conéi-b ca un modelo de dibujo, y, según
sus ·exigencias, corta e iel de varios animales· Y
reúne el material ne los colores que nec~esite
o desee.
Cuando visité la prisión, un grupo de indígenas te:rmina–
ba precisamente un tapiz _.ct·e dos metros de largo por ochenta
c·entímetros de an·cho. El j.efe de taller -que no era de los
presos- había imaginado reproducir el busto d·el famoso inca
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