el azul de una espe.cie de patata de pulpa negruzca
y
tam–
bién de una hierba forestal, la
mulloca.
Si es ve rde el color que desea obtener, el tintorero hace
una lejía con menos orinas y churr-e, luego tritura
sus
co–
lorantes: granos de terebinto, los de la chilca y algunas pa–
tatas negras que mezcla al líquido. Pero no s
omete al te- .
jido ya azul sino
a.
tres inmersiones, y esta
v.ezlo deja
secar a la sombra.
Cuando el quichua desea vestir de amarillo, echa mano
de las hojas y la corteza del terebinto y la chilca;
peTo
ocupa lana virgen, con la dosis completa de mordiente y
grasa.
Para el negro,-el indígena hierve algunos
trozos
de ma–
dera de tara (la cesalpinia tintorial), junto con una bra–
zada de chilca y media jarra de orinas. La tela, sea cual
fuere su color, .se sumerge en esta mezcla
seis
veces con–
secutivas; en seguida se estruja y _se tiende al
sol.
El negro se obtiene también de otro vegetal, una espe–
cie de malpigiácea.
El rojo y el rosado
se
obti·enen de una madera del Bra–
sil. El tintorer.o hace hervir una cantidad más o menos gran–
de y sumerge seis vec·es el tejido en la solución; lo lava en
&eguida con agua caUente y lo tiende a la sombra. También
extrae estos dos colores del ·chapico (arbusto solanáceo) ,
aliso, o abedul negro, que produce un rojo anaranjado, y
de la cochinilla del nopal (rojo escarlata), única tinta de
origen animal.
-
El castaño anaranjado, tan usado en los ponchos y los
sacos fúnebres que
sirven
de mortaja, no
es
sino el jugo
de las hojas de nogal.
Para el violeta, el quichua cuece
el maíz negro con cier:ta
cantidad de
los
pequeños frutos de
cac.too cochinillas ·
se–
cadas al
sol.
Los artistas incaicos poseían una extraordinaria habili–
dad para componer, con estos ·elémentos, una serie de
tono~
intermedios, desde los más vivos hasta los más delicados,
tanto para el algodón como para . las diferentes lanas.
Lo
má.s admirable es que estos colores han }>ermanecido inal–
terables a través de los siglos y
se les
encuentra aún in–
tactos en tumbas y cavernas.
En cuanto a los obreros modernos, con sólo siete plan–
tas obtienen veintiocho colores diferentes; toda la gama en–
tre los más oscuros y los más claros. Para esto varían
y
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