Table of Contents Table of Contents
Previous Page  192 / 430 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 192 / 430 Next Page
Page Background

el azul de una espe.cie de patata de pulpa negruzca

y

tam–

bién de una hierba forestal, la

mulloca.

Si es ve rde el color que desea obtener, el tintorero hace

una lejía con menos orinas y churr-e, luego tritura

sus

co–

lorantes: granos de terebinto, los de la chilca y algunas pa–

tatas negras que mezcla al líquido. Pero no s

omet

e al te- .

jido ya azul sino

a.

tres inmersiones, y esta

v.ez

lo deja

secar a la sombra.

Cuando el quichua desea vestir de amarillo, echa mano

de las hojas y la corteza del terebinto y la chilca;

peTo

ocupa lana virgen, con la dosis completa de mordiente y

grasa.

Para el negro,-el indígena hierve algunos

trozos

de ma–

dera de tara (la cesalpinia tintorial), junto con una bra–

zada de chilca y media jarra de orinas. La tela, sea cual

fuere su color, .se sumerge en esta mezcla

seis

veces con–

secutivas; en seguida se estruja y _se tiende al

sol.

El negro se obtiene también de otro vegetal, una espe–

cie de malpigiácea.

El rojo y el rosado

se

obti·enen de una madera del Bra–

sil. El tintorer.o hace hervir una cantidad más o menos gran–

de y sumerge seis vec·es el tejido en la solución; lo lava en

&eguida con agua caUente y lo tiende a la sombra. También

extrae estos dos colores del ·chapico (arbusto solanáceo) ,

aliso, o abedul negro, que produce un rojo anaranjado, y

de la cochinilla del nopal (rojo escarlata), única tinta de

origen animal.

-

El castaño anaranjado, tan usado en los ponchos y los

sacos fúnebres que

sirven

de mortaja, no

es

sino el jugo

de las hojas de nogal.

Para el violeta, el quichua cuece

el maí

z negro con cier:ta

cantidad de

los

pequeños frutos de

cac.to

o cochinillas ·

se–

cadas al

sol.

Los artistas incaicos poseían una extraordinaria habili–

dad para componer, con estos ·elémentos, una serie de

tono~

intermedios, desde los más vivos hasta los más delicados,

tanto para el algodón como para . las diferentes lanas.

Lo

má.s admirable es que estos colores han }>ermanecido inal–

terables a través de los siglos y

se les

encuentra aún in–

tactos en tumbas y cavernas.

En cuanto a los obreros modernos, con sólo siete plan–

tas obtienen veintiocho colores diferentes; toda la gama en–

tre los más oscuros y los más claros. Para esto varían

y

187