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es nuestro pan cotidiano, -

·el pan que nos da fuerzas. -

. Ooj amos el maíz rojo, -

que es un don del cielo, -

enviado

por el Dios que

ber~:dic-e

nuestros traoajos. -

·Oojamos el

maíz violeta. -

Fermentado en agua, se convertirá en rica

chicha burbujeante, -· que alegrará nuestros corazones, -

hará felic·es nuestros días de flesta, -

y sobre todo e1 de

mis bodas, -

en tanto que consolará a los amigos en el

dia de mi muerte."

·Los opera-rios ·comen tr·es veces en el día; a las 10, a

las 12 y a las 15 horas.

Mi-entras se enj'Ugan el sudor, las mujeres

loes

distribu–

yen tazones de ·Chicha. Pero durante ·el almuerzo los ri·cos

tienen a. honra ag-azajarles, además, con ¿ailgunos tragos de

agual}diente.

.

Por la tarde

se

levanta una ramada confeccionada con

las p,Iantas más

al~as

que

se

hayan arrancado en

..... el día, y

1

uego se designa una familia para que perman·ez•ca allí toda

la noche en calidad de centinelas. Así ellos tendrán que re–

chaz;ar todo ataque, sea de ladrones nocturnos, perros o

animales ·hambrientos y aficionados al maíz.

.A!lternativrument·e, todos montan guardia de este modo,

hasta que termina la cosecha y las mazorcas se encuentran

lo sufi·cientemente secas para .ser guardadas. L·legado este

momento, e·l

varayoc

.conduc·e a toda su gente al ca.mpo

nuevamente; hombres, mujeres. y niños se pr·e.sentan con

sacos o telas cuadradas. Cada uno se echa una carga al

hombro y la transporta a la choza el·egida, donde desgra–

nar el maíz.

-

Cuando todo está listo-, los propietarios o

los

j

ef.es

co–

munales fabrican, en unas grandes vasijas, la chicha blan–

ca. Más

ta~de,

una be]Ja.mañana, cuatro o cinco much

ach

as,

indias de faldas multicolores, trepan a la colina más cer.ca-

na o a alguna roca que domine el valle. -Desde allí entonan

en coro un yaraví de llamada, que los ecos repiten, irresis–

tibl-e comó la voz de las sirenas: "¡Señores vecinos, -

pres–

tad oidos, escuchadme! -

i

Las

ma~orc~s

de rubios cabe–

Has -

os

esperan, os llaman.! ¡Señores vecinos, -

poned

at·ención y venid pronto! -- ¡Las mazorcas de cabellos ·pla–

teados -

os. esperan, os llaman!"

Inmediatamente, como abejas que abandonaran

sus

col–

menas, los mozos salen prec'ipitadamente de las choz:as cer–

canas. Con una botella en la mano, corren por los senderos,

cada uno dispuesto a ser el primero

en

acudir

a

la ci ta .

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~ol.-12

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