·Cuando se trata de limpiar los canales o
ap~ana.r
un
campo, el indio trabaja con una pala rectangular que le–
vanta de dos a tres .kHos de desperdicios. Tal
és
.el conjunto –
de las herrar_n.i-entas de trabajo de los "hijos del Sol".
,Actualmente, la característica lamentable del agricultor
quichua ·es la pereza y el espíritu rutinario.
·Que su trozo _de tierra sea reducido ·Y poco productivo,
o bien ,extenso y fértil, no por esto lo cultivará mejor ni
tratará de perfe·ccionar
su
explotación. Observa claramente
que la
t~erra
está agotada, las semillas degeneradas, que sus
herrami·ept:as son insuficientes y sus cosechas mmerahles;
se da cuenta de ·ello ·especialmente cuando compara su pro- ·
ducción con .la de los huertos vecihos cultivados por blancos
y cuyo rendi-miento es. cinco v·eces mayor q-qe ·el suyo. Pero
lejos de adoptar sus sistemas y
sus
instrumentos de progreso,
el indio los critlca, ·se burla y llega a detesta,rlos simple–
m·ente porque
se
apartan de las costumbres
a.nc·es:trales.
rCua;ndo se loe aconseja- que cambie su a:rado que apenas
raspa la superficie de la tierra, que ,s;elec>Cione los granos
de reproducc'ión, el indio son:de,
cal.lay continúa testaru–
damente apegado a su rutina. Oon tal de tener justo lo su–
ficiente para vivir él y alim·entar a su familia, no desea
nada más. ¿Perfeccionarse? ¿Lograr un mayor bien·estar?
No son ·cosas que él ambtctone.
·
Lo
mismo sucede ·con los :r-ebaños: no hac·e nada por
mejorar las razas, multiplicarlas, sacar mayores ventajas
por los medios empleados por sus
v~cinos
blancos. ¿Lo hacían
así sus abuelos? No. ¿Entonces por qué lo harían ellos?
Por lo demás, para ·el éxito de sus labores a.gricolas
cuenta con colaboradores .segurísimos: sus prot·ectores ce–
lestiales. Bajo el t.echo de su choza conserva sus imágenes: a
San
L11~cas
:re·comienda sus rumiantes, a San Juan Bau.tista
sus ovejas, a San Ptedro sus aves; en ·el día de sus fiestas
correspondientes los honra con la ofrenda de una
mi.~a,
flores
y cantos, a lo cual agrega su propia borrachera. Además, al
igual que sus _antepasados, todas Jtas mañanas saluda al sol
saUent~
y en sus ca:m,pos siembra piedr-ecillas de col0res para
agradar a los
g~enios
rústicos y obtener su protección contra
las enfermedades. Oon todas
€Stas
precauciones, el indio se
da por satisfecho.
Dars.e mayor·es molestias no estaría de acuerdo con su
- temperamento atávico. S'i consiente en ganar su mísero
pan
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