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Además, las características de esta alllara no solamente satisface a

todas las exigencias de la técnica musical moderna, sino que -y esto

es lo más sorprendente-

su diapasón guarda absoluta conformidad con

el diapasón uni\'ersal actual; y no se oh ide que este instrumento es

milenario, perteneciente a la cultura preincaica ele Nazca. ¿Cómo dudar,

entonces, que la música sudamericana, no solamen te se había desarro–

llado hasta un grado máximo, sino que le había tomado la delantera

a la europea, en una distancia cronológica ele no se sabe cuántos siglos?

Ahora pues, si fijamos la base de la mayor o menor cultura ele los

pueblos en el plano de sus dotes musical es, concluiremos en el postu–

lado de que el pueblo incaico marcó, en su trayectoria, una civilización

de eminentes proporciones. Y como por legítimo derecho ele herencia,

esa civilización es nuestra, son nuestros los resultados y nuestras sus

emanaciones y derivados, y de consiguienle la música y sus correspon–

dientes instrumentos, frutos autóctonos de Sudamérica, son los que

constituyen el acervo, o sea, la riqueza artística común de los pueblos

argentino y peruano, que gozan de consuno, de la misma manera que

los miembros de una familia poseen y se alimentan de las mismas

viandas,

y

en su mesa tienen y deben tener su asiento cada una de las

naciones sudamericanas.

Está, pues, suficientemente demostrado que la música de los tiempos

prehispánicos, se conserva aún Yi\'a entre los indígenas ele

todas las

regiones que en pasadas épocas integraron el gran Imperio de los Incas,

y que ella presenta una gran variedad ele escalas, usadas sistemática–

mente en infinidad ele cantos característicos, que pertenecieron proba–

blemente a diferents pueblos, antes de su unificación e incorporación

a aquel Imperio.

Los sonidos ele las antaras registran, pues, en la mayoría de los

casos, una escala determinada de organización sistemática, pero no se

han encontrado los ejemplares que pudieran marcar todas las escalas

que, del análisis y confrontación del folklore actual, aparecen. De

manera que solamente existen pocas que presentan sucesiones de soni–

dos que coresponden a la música tradicional, sin que esto quiera decir

que aquéllos que presentan otras escalas carentes del instrumental an–

tiguo que servía para su justa interpretación, pertenezcan a expresiones

evolucionadas después de la conquista española. Factores hay que

determinan siempre su rancio abolengo.

Todos los pueblos de :wanzada civilización desarrollaron determi–

nados tipos melódicos, a los cuales corresponden ciertas escalas concre–

tamente establecidas, dentro de cuyo ámbito se desarrollan y adquieren

.so