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No causa sorpresa alguna comprobar que se encuentran en el can–
cionero argentino, vidalas de
la misma estructura de
los yaravíes
peruanos, como la siguiente que, bajo el título de "YO FIRME I DE
SER", aparece en el ya mencionado álbum N9 4 de Chazarreta:
N9 9.8
Ambas melodías, el yaraví peruano
y
la vidala argen tina, parecen
un mismo pensamiento musical. Absurdo sería, pues, negar la unidad
de su origen.
Más aún, no solamente hallamos en los yaravíes y vidalas o vidali–
tas, esta afinidad inseparable, o mejor dicho, la común filiación incaica
de estos motivos líricos, sino en las demás manifestaciones de la música
pcpular, como las chacareras, los cuandos, las zambas, los gauchitos,
el escondido,
el
r emedio, los aires o relaciones, el gato, el bailecito, etc.
que son en su mayoría estilos mestizados en base de lo incaico. Y si
escudriñamos algo más, hasta en las mismas marineras peruanas,
y
cuecas, llámense argentinas, peruanas o chilenas, está el genio incaico,
a manera de la urdimbre invisible de un tejido, evidenciando su poder
influyente aún en esas músicas de origen europeo, como justificando
aquella acertada observación de alguien que dijo: "psicológica y artís–
ticamente, el indio conquistó a su conquistador español". Y éste es un
fenómeno histórico comprobado.
Corroborando lo dicho, y con cargo de presentar en el segundo
volumen de esta obra, que será fruto de mi labor del presente año,
toda la documentación, análisis y confrontación de las músicas homo-
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