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'Las Curaciones por las Fuerzas del Espíritu.

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medio de él, estando presen te el Inca

y

si era muj er o hijo el en fermo

y

IU,ego,

por ilusi6n

y

em!Justes del Demonio, era el enfermo arrebatado de un pesado sueño

y

éxtasis, :

y

'los hechi–

ceros hacían apariencia de que lo abrian por medio del cuerpo con unas navajas de piedras

cristalinas

y

que le sacaban del vientre culebras, sapos

y

otras bascosidades, quemando

en el fuego que allí ten tan todo lo que sacaban;

y

decían que de esta sueHe limpi aban lo

interior del enfermo haciéndo en esto muchas supersticiones .... ". Esta "ilusi6n

y

embus–

tes del Demonio", en que el enfermo era "arrebatado de un pesado sueño"

y

éxtasis, no

es otro, nos imaginarnos, que el sueño hipn6tico y los artifici0s de que se valían los curan–

d eros indiosparap rocurarlo, como el aposento secreto, limp iado y purificado y "asperja–

do" con maíz. Colocado el enfermo en actitud de reposo, en decúbito dorsal y luego los

hechiceros hacían sus pases mágicos para extraer de su cuerpo el quid maligno, causan te

de la enfermedad. ¿ o indica este párrafo, una brillante descripci6n de una curaci6n p: r

psicoterapia hipn6tica? Aqu í el represen tan te del arte de curar, rodeado de toda su fu er–

za sugestiva, procura el sueño hipn-6tico y cura la enfermedad ¿Es ésta orgánica? ¿Es fun–

cion al? ¿Es una psiconeurosis? Seguramen te que lo es. A éste hechicero lo llama Guamán

Poma, hechicero de sueño, y lo represen ta admirablemen te es su valiosa obra inconográfi–

ca.

Entre los esquimales, las prácticas adivinatorias están rservadas para el hombre–

médico,

el

angekok. Este se pone en estado de trance o sueño hipn6tic<l, de éxtasis. Levy–

Bruhl, dice que en tre los shamanes, existe una clarividencia inmediata e in tui tiva a este

estado hi pn6tico : conocen quién ha hecho un robo, quién ha cometido un atentado social

etc.

Olano, afirma que el hipn oti smo empírico existía en tre los indios. Así en su obra

ya citada, relata lo siguiente : Era costumbre en Huancavelica, hacer que los pueblos de

Pallcca

y

Succobamba, vayan cuadrillas de bailarines o pallas, entre los que iban un os

indi os vestidos de colores, que eran conocidos con el nombre de ininchicc, quienes dan–

zaban al son de una harpa, cuyas mel9días acompañ aban hacien do vibrar un as gr'ar¡,des

tijeras que llevaban en la diestra. Estos danzan tes, in terrumpiendo

el

curso del baile, se

atravesaban las narices, la lengua o los labios, con gruesas agujas llamadas de arriero, sin

m:mifestar el menor dol or; y agrega Olano, "me aseguran que muc hos de ellos se in trodu–

cían las a:5ujas en los músculos del antebrazo o del vientre, en la garganta, sin acusar do–

lor, ni sufrir hemorragia, El vulgo que presenciaba esas manipulaciones creía que eran mi s–

teriosa, y

qu~

ésos hombres estaban en relaci6n con los demonio-, que los citaban en las

cuevas solitarias, al

márg~n

de

lo~

rio , en noches 16bregas, donde recibían sus enseñan–

zas y aceptaban sus preceptos como era vivir de un a alim-::n t aci6n ese,cialmen te

frugal. Las fantasía popular admitía esta exp licaci6n como dogma de fé. Yo he re–

cibid , afirma Olano, esas impresiones directamen te de las comparsas de indi os que acom–

pañaban a esos danzantes, a quiene3se5uía yo también per las cal1es de Huancavelica jun–

t con los muchachos de mi época". Estos indios, insensibles al dolor, pi ens

1

Olano que

estaban au to-sugestionadcf.