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Revista del MI/ seo Nacional: Tomo XI

f/.

ñu y; los Chach ascun a o árboles g rand es

y

junto a ellos, un a h uaca. L e hacían a–

crificios a estos espíritu s, par a que el Inc a no tuviese ir a.

1 Soncco- nana y, o

dolor de la hu aca, qu e mitigab an haci énd ole sac rificios para la sa lud del Inca .

El Sapi- Pach an, fu ent e dond e el Inca se bañ aba, para co nservar su sa lud

r

fuer zas, e tc.

L os

presagios

es o tra form a c re ye nt e del hom bre p rimItI vo, como dicen

Spencer, Frazer y o tr os soci610gos. T ení an tal predisposi ci6 n los indi os a Creer

e n lo sob renatu r al, que cuenta Garcilaso que Viracocha mand6 h acer en el pue–

blo de Cach a, ciudad a 16 leguas del

Cu ~co,

un templo en " hono r

y

rev e rencia

de la fantasma", o sea en hono r de un desaparecido; y e n el t e mpl o mand 6 con -

tru ir un tabernáculo, "donde t en í an puesta laimáge n de la fantasma ". Este era

un hombr e d e "bu en a es t a tura, co n una barb a larg a, de má de un palmo, lo

vestidos l a rgos

y

anchos como túnica o so tan a . ... t ení a un extraño a ni mal de

figur a no conocida co n garr as de le6 n . .. . y porque los o ficiales por no h aber vi to

la figura ni su r etra t o, no a tinab a n a esc u lpirla, como les d ecía el In ca, se puso

el mismo mu c h as vec es en el h ábi t o y fi gura que dijo h ab erla vi s t o.

y

no con –

si nti ó que o tro alguno se pusiese en ell a porque no se pareciese desaca tar y menos–

preciar la imágen de su dios Viracocha, permitiendo que le presentase otro que

el mi smo rey .. . . ".

y

ag r ega el cron ista, q ue la esta tu a, se mejaba a l as imágene '

de nu est ro bie n a v entur ados apóstoles . . ..

¿Qué motiv o, se p regunt a G a rci laso, tu vo el In ca Viracocha, y con qué

pr opósito mandó con s truir aque l t emp lo en C ac h a,

y

no en Chita, dond e la fan–

ta sma se le aparec ió? P arece, dice de "c reer que tuvo algun a causa ocult a".

E l que much as veces se pu siese Viracoc h a, "e n el h áb ito y fi gur a qu e dijo

h aberla visto" a la fan ta ma, pudiera h a cer pensar, q ue el In ca tuv o primero

una alucinación especular, y que la " fantasma", no sea sin o el "dobl e", de u prc–

pia imagen o lo que es lo mi smo, el I nca . Sería p u e un fe n ómeno de autcpsccpia,

o de a lu cin a ción deuteroscóp ica, o percepción sin obj e t o. Esta imáge n especu la",

n o s solamente la objetivación de un sueño, un a per turb ación de la cenestesi?,

sin o un fen ómeno mucho más co mpl ej o. Pr ob abl emen t e ir aco ch a, tu vo, h ab lan–

do psicol 6gicam en te, la impr esi6n de ver su pr opio cuerpo, h asta el punto de mar–

dar ha cer un t emplo en su hono r. Según ollier, es t e fen6meno de autopscopia

qu e tuvo Vir acoc h a, debe se r considerado co mo un a p erturbación de la ceneste ia,

una verdadera se nsació n o bj e tiv ada sea bajo la forma visual ccmbinad a a la f r–

m a ce n es tésica, sea baj o la forma cenestésica so la. A la base de estos fen6meno

psico- fi sio lógi cos, e tá el h á bit de cont e mpl arse demasiado, una t en den cia a la

introspección mu y marcada, el tedi o, que nos h ace repl ega rn os en no so tros mis–

mos y permite la dis olución d e la personalid ad físic a " ( 1) .

( 1).-

L HERM IT E,

] EAN.-L'Image de notre corps . Paris, 1939.