Las Curaciones por las fuerzas del Espíritu.
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tili zar las hu ertas, alrededor de los caza-cabezas victoriosos, para llamar las almas de
los enemigos muertos, en
el
entierro del reyezuelo, en disfraces diab6licos, etc.
La danza para el primitivo, es una manera ar tl stica de conjurar al demonio y librar
al enfermo de sus males. El mismo Frazer describe en Una forma pintoresca los efectos de
la danza para curar a los enfermos. Cuando un cingalés está peligrosamente enfermo y los
físicos no pueden hacer nada, llaman a un bailarín diab6lico, el cual, haciendo ofrendas y
bailando con el disfráz apropiado de ellos, conjura a los demonios causan tes de la enfer–
medad, para que uno tras otro salgan del cuerpo del enfermo y entren en el suyo.. Habién–
do conseguido extraerlos en es ta forma mágica, el habilidoso bailarín se túmba en un fé–
retro, imulándose muerto. Asl es llevado a las afueras de la poblaci6n, a un descampado.
Pronto vuelve a la vida y con más presteza para reclamar su haber.
Mas, algunos enfermos son obligados a danzar, teniendo esta danza un sentido má–
gico; y existiendo además la creencia de que por el sudor puedan salir los esphitus malig–
nos que se hablan apoderado del enfermo.
L as danzas en medicina son de tres formas. La del hechicero, para procurar la cu–
raci6n del enfermo; las ejecutadas por el mi mo enfermo y las danzas preventivas, para
ahuyen tar la enfermedad o evi tarla. L as dan zas propias del hechicero no se observan
en la medicina incaica. Los sacerdotes o hechiceros, no eran como los shamanes; en la
ritual de las curaciones mágicas, no estaba involucrada la danza. Sin embargo, algunos
brujos las utilizan.
Entre las ejecutadas por el propio enfermo, está la
Taqui oncco,
o enfermedad de
baile, que más adelante describiremos, y que la hemos etiquetado como una histeria co–
lectiva o la antigua demonopatí a histérica.
y
en tre las danzas profilácticas, debemos ci tar aquellas llamadas
alaui citua faqui,
o danza que se hacía en el desarrollo de la fiesta del Coya Raymi. Bebían, holgábanse y
hacían
el
taqui, "con unas camisetas coloradas hasta los piés y unas diademas, llamadas
Pi\cocasa, y tañían cañutos de caña (unidos) chicos y grandes, haciendo con ellos un, mú–
ica llamada cica-tica" (Malina). Este baile lo ejecu taban en la plaza mayor del Cuzco,
delan te de las momias de los an tepasados y los ¡dolos que represen taban al Hacedor, el
Sol, al Inca y a todo su co rtejo imperial. Esta fiesta de la Ci tua, como veremos después era
de la gran purificaci6n de las enfermedades o de profilaxia colectiva.
La
Taqui oncco o Ccara oncco,
o enfermedad de baile, es una curiosa enfermedad
nerviosa india, sobre la que es necesario insistir. Polo de Ondegardo (1), nos dice que exis–
da entre los indios, la Taqui oncco, "En algunas partes les da una enfermedad que llaman
Taqui oncco o Ccara oncco, para cuya cura llaman a los hechiceros o van a ellos y hacen
mil supersticiones y hechicerías donde también hay idolatría y confesarse con los hechice–
ro
y
otras ceremonia s diferentes".
(1)
.-O NDEGARDO, POLO
DE.-Instrucci6n contra las ceremonias
que usan lo s in–
ajos al tiempo de su infidelidad. Rev. Hist. del P erlÍ. Lima, 1906.