también un gran salón destinado .al Sumo Pontífice y
departamentos para sus familiares. Todo estaba ricamente
decorado con oro y plata.
Las ruinas existentes confirman en lo substancial, las
descripciones de los cronistas. El área que ocupaba el
templo, lo está hoy, como ya he dicho, por la Iglesia
y
Convento de Santo Domingo. Los pocos frailes ignoran–
tes, pero amables que quedan aún de la en otro tiempo
rica
y
renombrada orden de Santo Domingo en el Cusco,
me admitieron como miembro honorario de su herman–
dad, me dieron una celda y me permitieron, durante la
semana que pasé con ellos, escudriñar todos los compar–
timientos de la iglesia
y
todos los rincones
y
esquinas del
convento, medirlos, dibujarlos
y
fotografiarlos a mi en–
tera satisfacción. Aquí una sección larga de m·aciza pa–
red, acullá un fragmento, más allá una esquina, ora una
portada, luego una terraza, y todo ello a la vez me per–
mitieron trazar un plano del antiguo edificio, si no del
todo exacto pero sí en lo substancial. Su largo era de
296
pies; su ancho, tal como ahora puede determinarse,
de cerca de
52
pies.
El templo, según la descripción de Garcilaso,
y
según
lo han probado mis propias investigaciones, ocupaba un
lado de un patio rectangular, alrededor del cual estaban
situados los edificios dependientes por él mencionados.
No estaba construído como unánimemente se ha dicho,
de tal manera que la dirección de sus lados coincidiera
con la de los cuatro puntos cardinales, sino que aquéllos
se conformaban con la dirección de las antiguas calles,
las cuales formaban ángulo d.e cuarenticinco grados con
dichos puntos. Ni estaba la puerta "en el extremo que
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