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leza de Ollant ay-tampu, en que las piedras estaban ajus–

tadas por chapas de bronce que encajaban en muescas

y salientes, o por otros dispositivos enteramente mecá–

nicos, que no tienen relación con el uso de mortero al–

guno. Pero también es cierto que Humboldt afirma

enfáticamente que él encontró un verdadero mortero o

argamasa en las ruinas de Pulla!

y

Cañar en el norte

del Perú.

Los muros exteriores de las construcciones del Cusco

tienen la apariencia de lo que podría llamarse "obra

rústica'', de cuyo estilo ofrecen bellos ejemplos el Palacio

Pitti

de Florencia

y

algunos otros edificios de aquella

ciudad, aunque no tan perfectos como los del Cusco, es

decir, las

superficies

exteriores o caras de las piedras son

ligeramente convexas y cortadas en bisel las aristas, de

tal manera que las junturas forman pequeños canales.

Humboldt nos dice que este labrado de las piedras se

llama "bugnato" por los

arquitect~s

italianos

y

cita el

muro de N erva en Roma como ejemplo de esta clase de

trabajo. Sin embargo algunos edificios inkaicos

y

nota–

blemente el T emplo del Sol y el Convento de las Vírge–

nes del Sol tienen superficies exteriores perfectamente

lisas, como si las paredes hubieran sido aplanadas después

de construídas.

Los arquitectos inkaicos sabían labrar las piedras para

edificios cuadrangulares

y

circulares. Una sección del

Templo del Sol es circular, mejor dicho un arco de círcu–

lo aplanado. Las piedras fueron cortadas para ajustarse

en esta forma, pues las superficies de contacto pasan por

los radios de dos círculos concéntricos

y .

la línea de in–

clinación general de la pared es perfecta en cada sillar.

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