dental
de
la oriental, donde se enéontraban las mejores
casas regias de los Inkas.
Uno de los monumentos más importantes era cierta–
mente la vastísima fortaleza, que situada en una roca
algo escarpada, se alzaba orgullosa sobre todos los edi–
ficios de la ciudad: subsisten aún los restos bastante con–
servados a pesar _de las inclemencias del tiempo, de la
mano destructora del hombre y de la punible incuria de
las autoridades locales. Estaba construída con piedras muy
sólidas de extraordinaria magnitud, de forma poliangular
y de diferentes dimensiones, colocadas sin ninguna arga–
masa perceptible; por cuya razón se asemeja a la obra de
arquitectura, que los maestros en el arte conocen con el
nombre de ciclópea: el tamaño de .algunas piedras pasa de
8
metros de largo por 3 de ancho y
1
de grosor. Pero lo
que más asombra es el bruñido de los listones con tal
igualdad, la pulidez de los bordes con tal perfección y
el ajustamiento de las piedras con tal arte, que es impo–
sible introducir la punta de un alfiler, ni la hoja de un
cuchillo en la línea de unión entre unas y otras.
Las avenidas estaban defendidas por tres parapetos
en la extensión de más de
400
metros; y el espacio in–
termedio de uno a otro, bien terraplenado hasta lo alto
del vallado: en el centro de cada uno había una puerta
con una losa levadiza. Un baluarte de medio cuerpo de
alto guarnecía el ingreso de los mencionados parapetos;
y en la plaza oblonga había también tres torres: la ma–
yor denominada
redonda,
por su forma cilíndrica, esta–
ba destinada a recibir los tesoros de las casas reales y
del Templo del Sol, en tiempos calamitosos de guerras
intestinas y de invasiones extranjeras: las otras dos en
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